Montes de Toledo
Las dos son torres y en las dos hay nidos
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Jugaban Holanda y Argentina y sólo había interés por ver si Brasil se tendría que enfrentar a su eterna enemiga. No lo quisieron los penaltys, y como es tradición Holanda cayó de nuevo en una tanda esquiva a la que en esta ocasión ni siquiera Van Gaal pudo poner remedio.
El Mundial de Brasil ya tiene el partido que ha pasado a la Historia del fútbol para ser recordado eternamente... y no es precisamente la final. Los siete goles como siete plagas, se transmitirán de generación en generación y “...los metió Alemania, que luego ganó el Mundial ante Argentina”. Supongo.
La otra semifinal fue un pestiñazo indigerible que tuvo la poca delicadeza de aburrir media hora más del tiempo reglamentario. Todo era un no fallar, no perder el sitio, vigilar mucho al contrario, pases y pases atrás. Un servidor, levantado desde las seis de la mañana y haciendo cuentas hasta las ocho de la tarde, no pudo evitar ataques de somnolencia cada vez que Vlaat se la pasaba a Martins Indi ó De Michelis a Mascherano. Los argentinos no perdían la marca, sobre todo la de Robben, quien a pesar de todo sacó dos chispazos que estuvieron a punto de ser mortales. Van Persie dio todo contra España y en el resto de encuentros ha parecido un futbolista vulgarote. Schneider chocaba de continuo con defensores rocosos y en Holanda ya no hay más.
Los chicos de Sabella, guiados por ese Mascherano jefesito, salieron obsesionados con la posición y aprendidas todas las artes de la vigilancia. Messi no apareció ni para contradecir y con Di María lisiado en el banco, Argentina es casi tan poca cosa como Holanda... y de donde no hay , nada se puede sacar.
Que Argentina, la selección que peor ha jugado en este Mundial, incluso mucho peor que alguna que se fue en la primera fase, llegue a la final, dice muy poco de la fiesta futbolística que esperábamos los aficionados. De este Mundial sólo nos queda Alemania, con una categoría futbolística y con una forma de jugar para la que están incapacitadas el resto de selecciones. ¿Sólo nos queda Alemania? Ganará la final, salvo tsunami balompédico ó venganza de las meigas del Brasil, pero el título de campeón del Mundo no arrastrará tanta leyenda como el Mineirazo de la noche triste de los siete goles.