Abc
Decía Jesús que el reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo, aunque luego, mientras la gente dormía, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó, exactamente igual que el héroe de Perales (hago la comparación para los agnósticos) en “Un velero llamado Libertad”.
Y lo decía en el evangelio de ayer (para los agnósticos -más de ciencias que de letras- Mateo, 13, 24-43), fecha en que los viejos propagandistas de Calderón (la última vez que lo vi discutía de teología en Casa Salvador) sembraron la cizaña de Diego López en medio del trigo florentíneo de Kroos, James y Keylor.
–Sin el gol de Gabi a Diego López, el Madrid sería campeón de Liga.
Ése es el nuevo mantra.
¿Y el gol de Osorio en Valladolid?
Quite, quite, que en Valladolid jugó Casillas.
Ni en los dramones obreros de Joaquín Dicenta, el dramaturgo tronado de Calatayud, es posible encontrar una persecución al pobre tan obscena como la de los medios a Diego López, cuyo único desmán es haber hecho ver al público que el rey va desnudo, poniendo así en peligro el contrato vitalicio de Casillas firmado por Calderón contra la cuenta… del Madrid.
Los progres del “As”, que vienen de “Arriba” y “Pueblo”, tras el pertinente análisis marxista de la realidad, concluyen que la Copa y el Copón fueron obra de Casillas (“el portero más importante de la historia del Madrid”, al decir de Juan Cruz, pasando por alto que Juanito Alonso ganó cinco Ligas… y cinco Copas de Europa); que la Liga pasada la perdió Diego López con el gol de Gabi; que los Ultrasur fueron invento… de Mourinho; y que el modelo presidencial es… Laporta, por su “seny”, tan intercambiable con el de Calderón, aquel senador de Massachusetts que en realidad venía de Herrera de Pisuerga, cuna de Girón y capital del cangrejo de río.
Hasta aquí, la cizaña, que no es poca.
El trigo serían Kroos, James y Keylor, que suenan a reparto de “western” en Almería, pero toda la ilusión que sus nombres producen se ve ensombrecida por el “asunto Casillas”, que es un “asunto Dreyfus” para pobres, aunque es verdad que ese vestuario empieza a recordar a “Rebecca”, y Valdebebas, a la mansión de Maxim en Cornualles, con Íker de Mrs. Danvers (Judith Anderson) detrás de… Keylor (Joan Fontaine).
De los tres, el que mejor ha caído entre el piperío es Kroos, que tiene la geometría y el golpeo casi de Koeman (aquellas diagonales a Stoichkov y aquellos goles a Buyo que dejaban leer la marca del balón a 120 kilómetros por hora).
–Soy el hombre perfecto –dijo Kroos, que es una cosa que aquí sólo le habíamos oído decir (en clave) a Pablo Iglesias.
¡La perfección alemana!
De hecho, en la capital de la chulería sólo un alemán puede decir eso directamente sin que le corran a gorrazos. Es el estilo alemán, que es el estilo que siempre gustó al españolejo, cosa que ya en su día le daba miedo a Franco. El madrileño no habla idiomas, y el alemán le parece el más difícil del mundo; cuando oyó a Kroos manejarse en la lengua de Kant, suspiró: “Qué hombre tan inteligente”.
–No, pero es que es alemán –le dijeron el otro día a Hughes de Sonia, el transexual quele parecía Jamie Lee Curtis en “La Kedá” de Chipiona.
Mi preferido para este año será James, que me tendrá mirando de medio campo hacia arriba, y será la forma de que no mire de medio campo hacia atrás.
EL INTOCABLE
Puede venir James, que es colombiano y hablante, por tanto, del mejor español del mundo, pero Isco es intocable, aunque no dicen para quién, si bien todo indica que para Hierro, que vuelve al vestuario del que fue Gran Manitú. La dictadura del Hierro. La mitad del antimadridismo que conozco lo es por odio a Hierro. “Hierro, el pan de Bilbao”. Y, sin embargo, a Hierro hay que entenderlo (esa prosodia ferruginosa), y yo me figuro a su mejor entendedor en Isco, dominador del acento malagueño, que no es un acento cualquiera: va de Salvador Rueda a Pablo Alborán pasando por Celia Villalobos, y suena como otro palo flamenco.