viernes, 11 de julio de 2014

Castas




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Pablo Iglesias no es original ni en su odio a la casta, en lo cual coincide con El Juli, con quien comparte cátedra complutense y coleta.

    El odio a la casta los ha hecho a los dos ricos y famosos, como a las chicas de Cukor, pero mientras El Juli odia alejándose (de los encastes duros), Iglesias odia arrimándose (a la oligarquía de partidos a cuya clase política tiene por casta).
    
Iglesias, “el recolector de ilusiones y el político hipnótico”, no es castizo, sino cursi.

Pero es que sin cursilería no hay izquierda que valga, pues la izquierda ya no se alimenta de la dignidad del obrero, sino de la envidia del pequeñoburgués, reducido por la socialdemocracia a asno de Buridán, que murió de hambre por no decidirse entre dos haces de heno. (La duda del pequeñoburgués está entre el deseo de reconocimiento y el afán vengativo).

Iglesias, pues, es un simple receptor de la cursilería popular que en vez de hablar en nombre del “pueblo”, término arrebatado por la derecha, habla en nombre de la “ciudadanía”, que tiene el “chic” de lo francés, como la guillotina de Javier Krahe.

La demanda de Iglesias a Esperanza Aguirre es “por insultar a la ciudadanía”, y con eso Iglesias ya se siente un Saint-Just.
    
En la socialdemocracia, la única competición entre derecha e izquierda se reduce a ver cuál adula más servilmente a la masa, ésa que en “Masa y poder” vio venir Elias Canetti:
    
En la aparición de la masa acontece un fenómeno tan enigmático como universal: irrumpe súbitamente allí donde antes no existía nada. Puede que algunas personas se agrupen, cinco, diez, doce, no más. Nada se había anunciado, nada se esperaba. Mas, de repente, todo está repleto de gente.
    
A la hora de adular a la masa no hay ninguna diferencia conceptual entre Ana Mato, ministra pepera de Igualdad (ese imposible metafísico), y Pablo Iglesias, el antisistema que no sale de la TV y que por eso lidera el socialismo “benarroché” que fascina al pijerío de melena distraída.