Manuel Jabois
El Madrid fue a ratos un club gobernado desde el Txistu en el que cualquier comensal llamaba al entrenador y éste se le ponía para hacer la portada, y pobre de él si se quedaba sin cobertura. Un club sujeto a la dictadura ideológica y atento al discurso posesivo: lo español sobre lo extranjero per se, el tiqui taca porque con él se conquistó el mundo y no jugar así es antipatriótico o herejía, filtraciones consentidas o lanzadas directamente por el entrenador y todo por ahí. Al Madrid, cuando no está en crisis, se le organiza rápidamente una acompañada de moraleja. Ahora se destapa que en el vestuario, tras perder, no se acarician todos con todos mientras se repiten lo buenos que son. Da cuenta del nivel al que ha degenerado todo cuando Míchel, que se fue del campo un día que tenía frío, se pregunta «quién es Zidane para dar lecciones de madridismo».
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El Madrid fue a ratos un club gobernado desde el Txistu en el que cualquier comensal llamaba al entrenador y éste se le ponía para hacer la portada, y pobre de él si se quedaba sin cobertura. Un club sujeto a la dictadura ideológica y atento al discurso posesivo: lo español sobre lo extranjero per se, el tiqui taca porque con él se conquistó el mundo y no jugar así es antipatriótico o herejía, filtraciones consentidas o lanzadas directamente por el entrenador y todo por ahí. Al Madrid, cuando no está en crisis, se le organiza rápidamente una acompañada de moraleja. Ahora se destapa que en el vestuario, tras perder, no se acarician todos con todos mientras se repiten lo buenos que son. Da cuenta del nivel al que ha degenerado todo cuando Míchel, que se fue del campo un día que tenía frío, se pregunta «quién es Zidane para dar lecciones de madridismo».
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