miércoles, 25 de enero de 2012

El retorno del sabañón

El niño Mariano

Hughes

La crisis económica que padece la Comunidad Valenciana ha provocado que cerca de cincuenta mil niños asistan a clase en aulas sin calefacción. Esta noticia ha despertado un cierto revuelo social, porque la gente, en lo tocante a la infancia y lo educativo, es muy exagerada y cae pronto en un alarmismo muy rudioso y proteccionista. ¿Acaso no clamábamos por un endurecimiento del sistema educativo, por una vuelta a los orígenes de la instrucción? Pues hela aquí, sin necesidad de reformar la Ley Educativa, que es tan mudable e íntima a cada gobierno como la colcha de la cama de matrimonio en La Moncloa. Así se ha cambiado el sistema sin necesidad de politiquerías y sin pedagogos barbudos que conviertan al niño y su mecanismo en un teorema, tan solo por la pura pedagogía del frío.

Siempre nos han contado que Nietzsche estudiaba y escribía sin estufa, y vaya si le aprovechó, así que la derecha valenciana quizás haya reencontrado, por la vía del déficit, el tan anhelado principio de excelencia, cuando no también el principio de autoridad, porque a ver quién es el guapo que rechista en una mañana de invierno.

Estas aulas valencianas van a deparar un nuevo espartanismo de niños serios, reconcentrados y estudiosos. El frío aleja la sensualidad, quita la tontería y es lo mejor para desasnar a las criaturas, que aquí vivían como sultancillos en Babia, siempre mirando las palmeras a ver si caían dátiles.
Es el retorno del sabañón y quizá sea el momento de traer de vuelta a los Reyes Godos, que casi que apatece estudiarlos con este frío.

El frío es un maestro formidable que excita la memoria, que es una facultad del alma olvidada y por eso el alma moderna tiene como una falta de consistencia, de coherencia. Asistir a clase con el calorcito artificial y picajoso de la calefacción era el principio de un desmoronamiento social, de un niño blandito y remolón y de un adulto socialdemócrata y subvencionable.

Frío, escarcha, manecillas lívidas alzándose obedientes para contestar al profesor, tizas tiritando en la pizarra y ejercicios de álgebra gélida con mitones. El castañear de dientes de leche. El sonido de la educación, por fin.

En Los Objetos Impares
24 de Enero