Miguelito Maura & Azaña, los medios centros republicanos
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Resucitar a Montesquieu y absolver a Camps ha sido todo uno. Inhabilítese ahora a Garzón y tendremos la guerra civil.
Pero antes, Gallardón, que tanto tiene de Miguel Maura, va a modernizar la justicia.
Pensaban los madrileños que Gallardón aprovecharía ese Ministerio para abrir túneles en las cárceles, y lo que hace es abrir gateras en las leyes.
Gallardón no es un Casillas, que se mete vestido de Piolín a proteger al árbitro (es un decir) del acoso de las espídicas Desdémonas de Guardiola y se lleva él la amarilla. Gallardón es más aquel ministro del primer gobierno republicano que se revolvía contra la derecha conservadora:
–¿Conservadora de qué? ¿De la religión? Es la intolerancia y el fanatismo. ¿De la fuerza militar? Es pretoriana. ¿De la magistratura? Es faraónica. ¿De la burocracia? Es incompetente y corrompida. Una República destructora es lo que necesitamos.
Mientras, la izquierda, como hemos visto en lo de Camps, no se mueve de donde estaba.
La izquierda da por sentado, y esto lo decimos para los más jóvenes, que la democracia es ella, y todo lo demás, fascismo. Justicia democrática será, pues, justicia gubernativa (siempre que quien gobierne sea la izquierda). Ése fue el modelo republicano de justicia, y para quien protestara estaba el “¡Que se pacifiquen ellos!” de Azaña.
Además de a la justicia democrática, la izquierda ignora a esa justicia poética que ha obrado la absolución de Camps por un jurado popular, que viene a ser la pequeña justicia o justicia de mercadillo. Pobres. Se montaron lo del jurado popular sin haber visto siquiera la versión de los “Doce hombres sin piedad” de Gustavo Pérez Puig que Franco pasaba en Estudio 1.
Seguir leyendo: Click
Abc
Resucitar a Montesquieu y absolver a Camps ha sido todo uno. Inhabilítese ahora a Garzón y tendremos la guerra civil.
Pero antes, Gallardón, que tanto tiene de Miguel Maura, va a modernizar la justicia.
Pensaban los madrileños que Gallardón aprovecharía ese Ministerio para abrir túneles en las cárceles, y lo que hace es abrir gateras en las leyes.
Gallardón no es un Casillas, que se mete vestido de Piolín a proteger al árbitro (es un decir) del acoso de las espídicas Desdémonas de Guardiola y se lleva él la amarilla. Gallardón es más aquel ministro del primer gobierno republicano que se revolvía contra la derecha conservadora:
–¿Conservadora de qué? ¿De la religión? Es la intolerancia y el fanatismo. ¿De la fuerza militar? Es pretoriana. ¿De la magistratura? Es faraónica. ¿De la burocracia? Es incompetente y corrompida. Una República destructora es lo que necesitamos.
Mientras, la izquierda, como hemos visto en lo de Camps, no se mueve de donde estaba.
La izquierda da por sentado, y esto lo decimos para los más jóvenes, que la democracia es ella, y todo lo demás, fascismo. Justicia democrática será, pues, justicia gubernativa (siempre que quien gobierne sea la izquierda). Ése fue el modelo republicano de justicia, y para quien protestara estaba el “¡Que se pacifiquen ellos!” de Azaña.
Además de a la justicia democrática, la izquierda ignora a esa justicia poética que ha obrado la absolución de Camps por un jurado popular, que viene a ser la pequeña justicia o justicia de mercadillo. Pobres. Se montaron lo del jurado popular sin haber visto siquiera la versión de los “Doce hombres sin piedad” de Gustavo Pérez Puig que Franco pasaba en Estudio 1.
Seguir leyendo: Click