Cascos ganó las elecciones en Asturias
Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
Lo malo de una democracia a la española es que, si pierdes las elecciones, te quitan el saco de la alfalfa.
La izquierda ha comenzado a perder elecciones en España, y los chiringos de la cultura (la cultura, porque así lo tiene decidido la izquierda, es la izquierda) caen como bolos, con lo que la lobreguez medieval se cierne sobre la piel de toro (de conejo, en el original).
Primero fue lo de Mérida, con Blanca Portillo saliendo del Festival porque la derecha ganó las elecciones: el teatro, que nació de una borrachera de Dioniso con ninfas y sátiros bebiéndose el jugo de las viñas al pie del Himeto, nubló su semblante y el periodismo de progreso anunció su muerte.
En Madrid también perdió la izquierda, pero con Gallardón daba lo mismo, pues es un personaje que tiene perfectamente interiorizado el beneficio de dar el dinero de la cultura al que se lo trabaja, que es la izquierda, y ahorrarse así las gamberradas mediáticas que caen, por ejemplo, sobre Cascos, que en Asturias cambia al director del festival de cine de Gijón y a la alegre muchachada refugiada en el hangar de Niemeyer en Avilés. Menudo desafío para las fuerzas de progreso, que desde la capital del Reino han tocado a rebato en la lucha contra el fascismo.
Cascos, pues, es la hidra.
Contra Cascos, los viejunos del “agit-prop” han rescatado del desván los más recios tópicos antifascistas, y los profieren a voz en cuello, porque gritar alivia el dolor del destete, que en caso del festival de Gijón era un “pixín” que quitaba el hipo.
En Madrid, María del Carmen Chacón Piqueras ha comido como el Diablo de Tasmania bacalao en Casa Labra, pero es un bacalao inferior al de Casa Revuelta, y no hace olvidar al “celestial ‘pixín’ de la sidrería El Globo”.
–Y estamos en el inicio del inicio –dice María Soraya.
Santos Juliá y cuarenta firmas más piden por la Fundación Pablo Iglesias, ese Montecasino…