Octubre 2010
Francisco Javier Gómez Izquierdo
-¡Había que verlos saltar en el Parlamento! ¡Cómo si fuera el gol de Iniesta!
He ido a buscar un poco de paz a Barbate y me he encontrado con un pueblo localizando enemigo al que bombardear. A los barbateños se les junta el hambre con las ganas de comer y en los corrillos del mercado unos dicen que han sido los ecologistas. Otros, que los pacifistas. Y los más, que Rosa Aguilar.
Los barbateños desprecian Benidorm y los rascacielos. No quieren ser camareros porque nacieron pescadores y hace ya mucho tiempo que aprendieron el odio del Ecologismo hacia los acuerdos pesqueros. No les sorprende el acoso verdilacio a los hombres del mar, pero lo que les ha dejado en fuera de juego ha sido la cosecha de votos antigaditanos tocando la fibra saharaui. Ahí es donde se acuerdan de Rosa Aguilar, con ésa cosa que tienen los barbateños:
-Si la cordobesa ha sido “d’ellos”. Ni sabe andestá el Sáhara ni lo va a aprender. Ahora los marroquís cazarán tós los barcos na más que nos acerquemos una mijita a la raya y a pagar multas s’a disho. De esta mujer no se podía esperar más que miseria. Ya la tenemos ¡Como saltaban los diputados y mushos d’ellos eran españoles, coleguitas de la cordobesa!
Vuelvo a Córdoba, sin ánimo de explicar a los amigos que uno ha ido haciendo en el pueblo el pedazo de maldición gitana que le arrearon a Doña Rosa cuando consumó la traición. Menos mal que ya le queda poco por mandar. ¡Con lo que le gusta mandar a Doña Rosa!
-¡Había que verlos saltar en el Parlamento! ¡Cómo si fuera el gol de Iniesta!
He ido a buscar un poco de paz a Barbate y me he encontrado con un pueblo localizando enemigo al que bombardear. A los barbateños se les junta el hambre con las ganas de comer y en los corrillos del mercado unos dicen que han sido los ecologistas. Otros, que los pacifistas. Y los más, que Rosa Aguilar.
Los barbateños desprecian Benidorm y los rascacielos. No quieren ser camareros porque nacieron pescadores y hace ya mucho tiempo que aprendieron el odio del Ecologismo hacia los acuerdos pesqueros. No les sorprende el acoso verdilacio a los hombres del mar, pero lo que les ha dejado en fuera de juego ha sido la cosecha de votos antigaditanos tocando la fibra saharaui. Ahí es donde se acuerdan de Rosa Aguilar, con ésa cosa que tienen los barbateños:
-Si la cordobesa ha sido “d’ellos”. Ni sabe andestá el Sáhara ni lo va a aprender. Ahora los marroquís cazarán tós los barcos na más que nos acerquemos una mijita a la raya y a pagar multas s’a disho. De esta mujer no se podía esperar más que miseria. Ya la tenemos ¡Como saltaban los diputados y mushos d’ellos eran españoles, coleguitas de la cordobesa!
Vuelvo a Córdoba, sin ánimo de explicar a los amigos que uno ha ido haciendo en el pueblo el pedazo de maldición gitana que le arrearon a Doña Rosa cuando consumó la traición. Menos mal que ya le queda poco por mandar. ¡Con lo que le gusta mandar a Doña Rosa!
Diciembre 2011
18 de diciembre de 2011