martes, 27 de diciembre de 2011

España


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

España es barroca.

“Un duque a punto de ser imputado”, titula el periodismo global en español, excitando al celo de la plebe. Y si la Onu procesara a Alejandro el Macedonio por genocidio en Asia, ¿qué diríamos? ¿Un gay a punto de vilipendio?

El duque es Urdangarín, que, al decir de la prensa, se habría comportado como un demócrata corriente en la forma española de proveer a sus necesidades económicas, que consiste en dar toques a otros demócratas, y aquí la pregunta de Sor Juana sobre quién sería demócrata peor, el que peca por la paga o el que paga por pecar. Y si España se hace cruces será porque no tiene otra cosa que hacer: cuando Guerra figuraba como jefazo de los descamisados, su hermano entraba por la patilla al Banco de España.

Ni a usted, que es alto y rubichi como un duque, le dan dinero en los cacicatos, ni a mí, que soy descamisado y patillero como un Guerra, me reciben en el Banco de Mafo. Para el español común, carecemos de lo que acaso el profesor Rojas llame “erótica del poder”. Miren, si no, lo que Zapatero, que acaba de perderla, declara en León:

En ocho años he aprendido a querer profundamente a España.

Zapatero fue, después de Azaña, el gobernante que más daño hizo a España.

Otro Mangas Verdes, como el Largo Caballero del 46:

Hace años, en un mitin celebrado en el Cine Pardiñas, decía yo que si me preguntasen qué quería mi respuesta sería ésta: “¡República!, ¡República!, ¡República!” Si hoy me hicieran la misma pregunta, contestaría: “¡Libertad!, ¡Libertad!, ¡Libertad!” Luego que le ponga cada cual el nombre que quiera.

(...)

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