Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Mayo, con Madrid y sus isidros, pide costumbrismo, pero si te están robando España a punta de Constitución lo natural es ser un poco chinche y que sepan que los estás mirando.
España, desde Cánovas, es lo único que tiene un pobre, que es español porque no puede ser otra cosa, y no vale hacerse el catalán, como bien sabía Cambó, que un día escribió a José Pla (Cárceles), el hombre que se pasó la vida siendo confundido con otro José Pla (Casadevall) y cuyos recuerdos rescata ahora “Renacimiento”:
–El pueblo castellano no aceptará la solución armónica del problema catalán más que en un proceso de engrandecimiento y a base de constituir una unidad mayor: la unidad peninsular. Siempre he creído que la solución del problema catalán, ¡que es el problema español!, está en Lisboa.
Todo el mundo quiere irse ahora a Lisboa, pero no por sentirnos grandes, sino por sentirnos chicos y anegados en leyes. A la ley del gobierno que nos prohíbe recordar se suma la ley de la oposición que nos prohíbe movernos. Este pastoso leguleyismo en el que chapoteamos en rebaño lo atribuía Albornoz a la herencia romana, que no todo va a ser acueducto segoviano. Aún recuerdo el “cachinno” que en un cóctel de verano en Segovia se traía un funcionario gringo cuando contaba cómo unos españoles castizos, que tenían fugado a un director general por Indochina, le pedían una “forma legal” de “solucionar el tema”.
Con la Transición pasamos del hecha la ley, hecha la trampa, al hecha la trampa, hecha la ley. De ahí el éxito tertuliano de la tautología Estado de Derecho, que ahora ya es el Estado de la Ley. El Konsenso santifica la ley frente al derecho, “la liturgia de la ley instrumentalizada al servicio del poder”, el “mundo de leyes desbocadas” de Enterría.
–Dejemos de ser el país de mejor y más copiosa legislación y donde se vive más ilegalmente –pedía, en el 35, aquí, nuestro cronista parlamentario.
Señalaba a un país “donde la plutocracia es el ama y señora de todos y de todo”.
[Sábado,15 de Mayo]