jueves, 27 de mayo de 2021

¡¡Enhorabuena, valientes!!

 

 

Unai Emery. El estratego

 


Rulli, Torres y Albiol. Los baluartes defensivos

 


Llaneza.- Sin él nada hubiera sido posible

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo

 
       La final de anoche entre el Villarreal y el Manchester United emocionó al aficionado del fútbol a la antigua y hasta a los jóvenes de la Europa toda que anoche descubrieron que el espectáculo puede ser más atractivo sin tanta pamplina televisera y con mucho menos VAR. Para que el milagro sucediera hacían falta dos rivales bíblicos: un gigante que se sabe y lo saben superior todas las naciones, legendario y falto de piedad ante un mozalbete en el que una pequeña tribu, dicho sea sin ánimo de faltar, tiene depositadas todas sus esperanzas.... y un juez como Dios manda. Detalle éste importantísimo para el discurrir del espectáculo. Un Turpin francés, que como aquel inglés de las aventuras de Dick Turpin que uno leía de chico, en vez del demonio que acostumbraba a ser se nos presentó como un hombre justo que entendió el espíritu del juego con la sabiduría de la que carecen los Iturraldes y Mateus, tan orgullosos de explicar y ejecutar sus discrecionales caprichos al tiempo que nos reprochan ignorancia cuando exigimos lo evidente. Para un servidor el señor Clément Turpin fue lo mejor de la noche.
      

Excepto los "manchesterianos" suponemos que el mundo del fútbol iba con el Villarreal por esa natural inclinación hacia el débil. Inclinación que se iba cimentando con la contundencia de dos centrales que recordaban al maestro Albiol como pareja perfecta de un discípulo, Pau Torres, que va para mago del Kung Fu. A la telaraña de Emery, un servidor no la veía bien tejida en el flanco defensivo derecho, pero el argentino Foyth se creció en el castigo que lo descalabró a pesar de algún exceso de confianza de los que suele gastar. No sé si procede, pero a mí me parece que Parejo en los primeros minutos de cada partido nos dice cómo va a resultar el negocio. Si para el balón, hace medio giro y pasa bien en largo, casi seguro que se gana. Si yerra en dos pases fáciles en corto, malo. Parejo falló un balón de los llamados tontos y me puse en lo peor. De pronto llegó la falta y el perfecto ensamblaje de dos inteligencias: la conocida de Dani y la bullidora de Gerard Moreno. Se redimió el que fuera ojito derecho de Don Alfredo Di Stefáno. A partir de ahí todo fueron esfuerzos defensivos, concentración en las ayudas, táctica de Emery...
     

Empezó la segunda parte y el empate se temía. Cuando Cavani atinó con su gol veíamos otro más pronto que tarde, pero en realidad Rulli no tuvo que emplearse a lo Oblak o a lo Curtois. Se llegó a la prórroga y Emery adelantó líneas como suele hacer en la vida normal. Faltaba Samu Chukwueze, pero tanto Moi Gómez y Alcácer, sustitutos de Trigueros y el juvenil Yéremi, no sólo aportaron frescura, a la que renunció Solskajer, un suplente que vivió de ser revulsivo, sino tranquilidad y posibilidades de ganar.
       

La noche estaba llamada a ser épica e inolvidable para los aficionados de Villarreal y el once amarillo se presentó a los penaltis a la antigua. Sin ensayarlos, según confesión del gran Unai Emery. No se recuerda mejor tanda de lanzamientos. Hace pocos años en Córdoba en Copa ante el Deportivo tiraron 14 cada equipo en un carrusel de errores que resultó esperpéntico, pero anoche la técnica de los lanzadores fue magistral.  21 goles de 22 lanzamientos. El fallado correspondía por turno obligatorio a De Gea, especialista en pararlos...y como cuando Esnaola abatió a Iribar en la Copa del 77, Rulli, un guardameta menor, derribó el coloso de Manchester para llevar el éxtasis a un pueblo que lloró sin poderlo remediar, emocionado por vivir un  partido de fútbol sensacional que no olvidará por los siglos de los siglos.


     De mi devoción y admiración por José Manuel Llaneza y Unai Emery tienen ustedes cumplida cuenta durante estos últimos años. De todo lo bueno que se diga del señor Llaneza, nada es exagerado y a todos aquéllos que acusan a Emery de no ganar a los grandes les pediría que no persistieran en el error.

 

Dani Parejo