lunes, 3 de junio de 2019

¿Y esto era todo?

Klopp-manta


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Y ahora, ¿qué? ¿Premier o Champions?

    La cuchufleta (simpática, como todo en él) la hizo Klopp antes del muermo sideral de la Final en el Wanda:
    
Si le preguntan a Guardiola, contestará que la Premier, porque la ha ganado él. Si me preguntan a mí, contesto que la Champions, porque puedo ganarla yo.
    
De la Final un futbolero romántico salía como las novias románticas salen de la boda civil en el Ayuntamiento donde un concejal de dientes amarillos recita boludeces de Neruda para redondear el ritual.

    –¿Y esto era todo?
    
Lo del Liverpool y el Tottenham en Madrid no disparará las expectativas del fútbol en Usa y aún menos en China, que iba a ser la segunda patria de Ramos, de no haberlo remediado el milagro de San Francisco Javier, que en las Molucas, para aplacar una gran tempestad que hacía zozobrar el barco lanzó su crucifijo al agua sujeto por un cordón, pero el cordón se rompe, y entonces la cruz se hunde y la tempestad se calma; al día siguiente, en la playa, un cangrejo devuelve su cruz al Santo. 

Más humilde aún que el Santo navarro, Ramos sólo desea “jugar gratis” en el Madrid, aunque no nos dice qué o quién se lo impide. El caso es que el sábado se le echó de menos en el Wanda, donde no hubo un futbolista que llevarse al recuerdo, al estilo en que, por ejemplo, hizo Ferrera, que regresaba de la muerte, apenas unos minutos antes en la plaza de Las Ventas. Ferrera mató recibiendo, como el Liverpool, al que un futbolista en la línea de Zalduendo, Sissoko, que no digo yo que no esté en la agenda de fichajes de Zidane, regaló su noble embestida para la comisión de un penalti al medio minuto de juego. Un suicidio. Para semejante viaje, hubiéramos preferido al Ajax, al que también echamos de menos en la Final. A Ramos, por su cohetería competitiva, y al Ajax, porque exhibía la mejor oferta de fútbol. Vistas las propuestas de Klopp y Pochettino en Madrid ¿a qué han jugado este año los demás equipos? ¿Cómo podemos admitir que esa “pelea de negros en un túnel” (definición orteguiana de Europa) sea el fútbol más rico del mundo? ¡Y tuvieron tres semanas para preparar el espectáculo!

    El descanso, como se sabe, es el secreto de la actividad contemporánea. Por el presidente del Madrid sabemos que Zidane se fue porque estaba cansado, y que ha vuelto porque se siente otra vez tan pichi y ya no se queda dormido en el banquillo. Ha dispuesto de seis meses para preparar un equipo que aspire a ganar otra vez la Champions, pues la Liga, definitivamente, es una competición de pobres. Ningún figurilla viene al Madrid para ganar la Liga, sino para ganar la Champions. De los del Wanda parece que está al caer Eriksen, que, naturalmente, querrá ganar la Champions, y al que su entrenador, Pochettino, pone por las nubes para ver si alguien le da por él el dinero que le hace falta para comprar algo de mayor enjundia. Debe de ser simpático: parece una mezcla de Fernando Fernán Gómez en “Balarrasa” y Albert Boadella mirando por un tubo. ¿Dónde jugará? En el Madrid, nadie lo sabe. Pochettino dice que Eriksen es especialista en devolver el orden al caos, un poco como ese tipo de los anuncios que llega a las casas a arreglar el problema de cal de las lavadoras. No veo a Julia Roberts poniéndose la camiseta de Eriksen como se puso la de Fellaini. Cierra uno los ojos y ve a Kroos, a Eriksen y a Hazard, y con ellos, a Benzemá en plan polilla del área, componiendo todo el sistema de presión para poner al adversario contra las cuerdas en el ring de la Champions, pues nadie se va a creer que Hazard, a su edad, viene a Madrid a pelear por la Liga en El Sadar. Detrás, Ramos y su mantón de la China. En la portería, Courtois, con el cuello cada vez más largo de estirarlo para ver si delante hay sitio donde colocar un balón. Y en el banquillo, Zidane, tan descansando que lo mismo le da por hacer anuncios de colchones, siempre, claro, que le deje Klopp, que lo va a copar todo: el único espectáculo de la Final de Champions fue su rueda de prensa. Posee una rareza única: ser un alemán simpático. Y con eso podría acabar anunciando desde los funerales de la socialdemocracia alemana hasta las subidas de impuestos en la UE, pasando por los raones ibicencos que él se come en Es Cubells.

    Empezamos con la tormenta china de Ramos, que amenazaba la paz mundial como la guerra Trump-Huawei, y terminamos con la calma beduina de Zidane, que nos diseña un equipo retro como las neveras rockeras de la Klarstein.

Betete (con Enrique Martín)
SUPERSTICIONES

    Al final de la Final, Klopp habló con Guardiola y no se ahorró el chiste del fisioterapeuta, un exempleado del Manchester City que “se pasó al Liverpool porque quería ganar la Champions”. Antes, en la TV argentina, el ex central del Madrid Óscar Ruggeri relató las gamberradas que los jugadores de la Selección cometían contra el utillero Tito Benrós en el Mundial de Italia`90, con Bilardo en el banquillo. Para aquellos adultos, transformar a Benrós en un Cascamorras constituía un ritual que los llevaría a la Final, y ahí estaban todos, Maradona incluido. En el Burgos histórico, el de Juan Gómez Juanito, hubo un jardinero, Betete, que pasaba por ser el talismán del equipo: “Juanito y Viteri eran muy amigos míos”.