jueves, 13 de junio de 2019

La Selectividad



Francisco Javier Gómez Izquierdo

       En mis kilómetros mañaneros vi ayer a las puertas de la Facultad de la Malmuerta mucho torbellino de gente joven y no sabría decir si sus rostros reflejaban miedo o preocupación. Estaban dispuestos para entrar a la selectividad y siempre que llega esta fecha no puedo evitar que me corran los demonios por el cuerpo ante el atropello, entiendo que más inconstitucional que injusto y más hijo de la tiranía que de la lucidez que se supone a los barandas de los asuntos educativos del Estado.
      
No hay tema nacional que me subleve más que éste de la Educación. Mi hijo padeció la encarnizada persecución de una Consejera-ministra por sacar buenas notas afeándole la costumbre hasta el punto de negarle Instituto y condenarlo a que cursara el Bachillerato en una Academia-Cooperativa gestionada por profesores comunistas. Con 9,8 sobre 10 tuve que pagar un Bachiller en los salesianos porque ni en el Góngora de las Tendillas ni en el Maimónides ni en el Blas Infante había plaza para un alumno que tuvo la desfachatez de no dilapidar los recursos que pone a su disposición la Administración con los impuestos del padre. Ésta es una de las muchas trastadas de doña Mar Moreno, la Consejera-ministra andaluza, tendente a desmoralizar a los aplicados, pero no le valió en el caso del chico pues tanto en el Bachiller como en la Selectividad mantuvo la regularidad que traía desde infantiles. Se enfrentó a la Selectividad con el objetivo de entrar en Medicina y a ser posible en Córdoba, una de las facultades más pretendidas. “Si no saco nota, donde me dé, incluso en Cádiz donde más barata suele ser”. Tengo el orgullo, me da que más un servidor que él, de que el chico arrasara en el examen de Selectividad hasta el punto de llegar al 13,400 que le daba para lo que quisiera y donde quisiera.

    Mientras esperábamos las notas de Selectividad me enteré -ni se me había ocurrido pensar en ello antes- que cada Comunidad pone su particular examen con sus particulares grados de dificultad y sus particulares correctores. Si la prueba en, pongamos Albacete o Badajoz, es más fácil que en Burgos o Sevilla, los extremeños y manchegos pueden pisar la plaza de alumnos castellano-leoneses y andaluces bastante mejor preparados, pero víctimas de la cerril descoordinación de políticos funestos.
   
En febrero de este 19 todos los alumnos de Medicina de España se presentaron al terrorífico MIR,  en la misma tarde durante cinco o seis horas y frente al mismo examen porque se entiende que todos los alumnos han recibido la misma o parecida doctrina y todos han de partir en las mismas condiciones para alcanzar plaza. Aquél que mejor lo hizo consiguió el número 1 y luego el 2, mi chico el 400 y así hasta el 6.000, que a lo visto se tuvo que conformar con la plaza que quedaba... o repetir MIR el próximo año y mejorar tanto como para llegar a un puesto que le de para cardiología, que es lo que quería la criatura.
    
Justo y constitucional es el MIR a pesar o puede que gracias a su dureza. La Selectividad es todo lo contrario: desigual entre alumnos, ¿saben que hay Comunidades que pasan con 13 faltas de ortografía y otras que restan 0,5 por cada una?; con diferente escala de complejidad en problemas matemáticos; subjetiva en la corrección ¿qué se puede argumentar sino lo escuchado todo los días como correcto en un texto sobre la violencia de género en España?... y lo que vengo manteniendo desde hace siete años, es inconstitucional pues no se es igual ante la ley con el aplauso del Ministerio de Educación que consiente una discriminación tan escandalosa que no sé cómo “la gente” es capaz de soportar.
        
Doña Susana Díaz dice que una prueba única de Selectividad es "resucitar la Reválida, a Franco..." y a no se quién más. De la misma parcialidad  y con la misma preocupación por los andaluces que  doña Mar Moreno, se queda más ancha que larga.