La personificación de la moral sencilla
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Granada predispuso a Lorca a la comprensión del perseguido (“el gitano, el judío, el negro”) y Granada (ese Festival José Tomás de marketing y glamour) predispone al moderno Ortega a la comprensión de Toni Roldán.
–Pensar es una erección y yo todavía pienso –dijo a Octavio Paz el antiguo Ortega en el Hôtel du Rhône en Ginebra.
La tauromaquia de José Tomás es coreada mediáticamente como la justicia del Tribunal Supremo. Somos plantas rodadoras (“¡estepicursores!”) en una mala película del Oeste. “¡La vida no es más que una sombra que pasa, un pobre cómico que se pavonea y grita durante su hora sobre la escena, y después no se le oye más. Un cuento narrado por un idiota con gran aparato, y que nada significa!” Hemos comprendido al Dombrovski de la facultad de las cosas inútiles, y tendríamos que repetirlo a diario:
–¡La facultad de las cosas inútiles! El derecho es la facultad de las cosas inútiles. En el mundo sólo existe la conveniencia socialista. Esto me lo enseñó una mujer, mi jueza instructora.
Jueza instructora… o jefa de Innovación Responsable, como Jen Gennai, la irlandesa que “entrena a los algoritmos de Google” para la defensa de “la justicia y la equidad”. ¿Y qué es la justicia para Google?
–La justicia es un silbato para perros. No significa lo que crees que significa.
Se trata, en fin, de evitar en 2020 lo ocurrido en 2016: la victoria de Trump. Siempre por nuestro bien, pobres idiotas carentes de poso intelectual. “Nos arruinaron a todos en 2016. ‘The news media got screwed over’. ¿Cómo podemos evitar que vuelva a suceder?” Controlando. Es decir, censurando.
–El censor –dice Ihering al presentarnos el espíritu del derecho romano– era la personificación de la moral sencilla.
Gennai prefiere en la Presidencia a la socialista “Pocahontas”, pero sólo si no pide la división de Google, pues sólo una empresa grande puede enfrentarse a Trump. “¿No tienes conciencia?”, preguntó la carpa al lucio, que abrió sus fauces y se comió a la carpa.