miércoles, 25 de abril de 2018

Sentina



Hughes
Abc

Cualquier persona que haya visto el vídeo de Cifuentes ha tenido que sentir un escrúpulo de asco. Es algo obsceno en el sentido (equivocado) en que a veces se entendía obsceno: fuera de la escena, es decir, parte de lo que no se debe ver.

Los efectos del vídeo no acaban con la dimisión, más bien empiezan. Lo sustancial no es su “futuro político”, sino el sórdido circuito que la imaginación dibuja desde la grabación de esas imágenes hasta su difusión mediática. En un mundo de video vigilancia, esto inaugura una nueva (in)moralidad política. Aunque sea innegable el ímprobo trabajo periodístico (cuando estas cosas las saca la derecha no se aplauden como cuando las saca un periodista de izquierdas), es muy difícil no rendirse a la tentación de pensar que en algún momento ese circuito haya podido tener contacto con algo parecido a las “cloacas del Estado”. Hay un aroma soviético en el asunto y algo sucio, pero orgullosamente sucio, sucio de la forma en que es sucio el asfalto o el pañal de un niño. Sucio “sin complejos”. Si esto respondiera a un plan y no a una joya de periodismo, quien lo hubiera orquestado no temería el efecto de algo tan visiblemente y descaradamente nauseabundo, o no le importaría ya, siendo muy malas las dos alternativas. Las alcantarillas tienen tapas, y en las tapas va el escudo de la ciudad o del organismo. No se debe dejar a la vista el alcantarillado, aunque a veces se destape cuando hay problemas de drenaje -el drenaje no da más de sí- y toca repararlo.

Pero es imposible que las cloacas del Estado que permitió la saga/fuga de Puigdemont hayan tenido algo que ver.

También me resisto a pensarlo porque ya sería mucha casualidad que saliera el vídeo en pleno diálogo entre Cifuentes y su partido, y el mismo día en que le dan el Princesa de Asturias a Scorsese, supremo retratista de la mafia.

A mí se me ocurren algunas preguntas que no podré contestar porque esta tarde tengo partido. ¿Pueden existir en el 2018 esas imágenes, grabadas hace años? ¿Pueden difundirse? ¿Era esto el liberalismo madrileño que iba a quedarse con la City? ¿Siendo el vídeo verdad y sólo verdad, es más legítimo que una fake news?

Por último, hay que anotar algo para asignar bien las felicitaciones. La dimisión de Cifuentes empieza con una información de Escolar y acaba con otra de Inda, con redoble diario de Ferreras. De nuevo el periodismo colabora en la regeneración de las instituciones. O como dirían los viejos lobos del 78: el periodismo, sostén de la democracia española.