sábado, 21 de abril de 2018

El Ungido



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Todos dicen que las autonomías son el cáncer que roe el pulmón de España, pero todos votarán a Rivera, nuestro “Albert CLV”, cuya receta es… más tabaco, o sea, más Constitución’78, madre de todas las autonomías al precio de excluir del juego político al Rey (mero adorno) y a la Nación (mera retórica).

Las elites tuelcen pol Livela –me dice mi ensayista chino en su tienda de ultramarinos, que sabe de política más que la paloma azul.

Podría ser. Y no hay que leer a Mosca ni a Pareto. Te lees la “Historia General de España” del padre Mariana, cuya lectura ya recomendaba Jefferson a los colonos americanos, y comprendes que, si España ha llegado hasta aquí, es sólo para hacer ministros a Girauta y a Villegas.
Tres señales nos indican que Rivera es el Ungido: la invitación del Nobel Vargas a merendar a la luz de las velas de Barry Lyndon en Puerta de Hierro, la invitación de la Feria de Abril a cabalgar por Sevilla y la invitación del propio Rivera a apostatar del sindicalismo vertical de la Ugt de Barcelona, a cuya alcaldía quiere presentar Ciudadanos al hijo, según la narrativa oficial, de un pintor que liberó París con la Leclerc… ¡en 1949!, Manuel Valls, a quien Macron, el modelo chisgarabís de Rivera, no quiso ni de bedel.

Los flabelíferos del Poder, que son legión, al partido de Rivera llaman “la Formación Naranja”, y a uno se le va la imaginación a una historia del Corán que Emilio García Gómez mienta en su prólogo de “El collar de la paloma”:
Esa bellísima historia de las impresionables damitas egipcias que, víctimas del arrebato que les produce la hermosura del patriarca José, mutilan sin sentido sus delicadas manos en vez de pelar las toronjas.
Los viejos tratadistas tenían razón. Con la crisis del sistema, la clase económicamente relevante da la cara y pasa a reinante en la figura de Rivera, un nadador de Barcelona, nuestro bello José, Laffitte/Macron de Francia, Kerensky de Rusia y Suárez Bis (en el sentido marxista) de España.