Palimpsesto
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El ministro Montoro se declara “ideológicamente” feliz porque su Presupuesto de “pitas, pitas” (tiempo electoral) sirve para apuntalar “un Estado cada vez más social”.
“Lo social” fue un recurso de la Iglesia Católica para competir con el marxismo, cuyo padre fundador, por cierto, no fue estatista (“odia al Estado y compadece al contribuyente”, podría haber sido su lema), sino dictador (Marx no fue marxista).
Montoro, pues, no es marxista, como pensaría el marqués de Leguineche, sino mussoliniano, igual que toda nuestra socialdemocracia (falangismo, eurocomunismo y felipismo), hija, al fin y al cabo, del “Estado total” del Duce, al que arrastraron por las calles, pero después de robarle la libreta.
“El Estado es Dios”, dijo Lassalle (Ferdinand, no José María). “El Estado es Cáritas”, viene a decir Montoro, que pertenece a la misma “cultura social” que Girón (paga de julio, pensión de desempleo, vacaciones pagadas), que Ramoncín (invitará a su concierto de septiembre a los parados que para entonces todavía no hayan salido por piernas del Inem) o que Carmena (la de los Sobrinazgos del Pueblo para su sobrino don Luis Cueto Álvarez de Sotomayor).
Cosme de Médici inventó el Estado para que Montoro montara la Gota de Leche.
Como espadón, Millán Astray, fundador del Ministerio de Cultura, si oía la palabra “cultura”, sacaba la pistola. Como contribuyentes, nosotros, si oímos la palabra “social”, levantamos las manos.
A mí, con su alegría por el apuntalamiento presupuestario del “Estado social”, Montoro me ha quitado lo único que me podía quitar ya, que es cincuenta años de encima, de modo que oír a este Montoro “socializante” es oír al Suárez de Alcalá, 44, y como la melancolía, ya lo dice Gregorio Luri, es el sentimiento más comercial de nuestro tiempo, el contribuyente le compra la moto (¡si al menos fuera la moto del mulá Omar!), que, después de todo, es la mima moto que ofertan electoralmente Jordi Sevilla, Garicano y Monedero.