lunes, 7 de marzo de 2011

La imposible comparación de Curro y Morante

Curro sin toro

José Ramón Márquez

I

Morante, torero de Sevilla que no está en el bache pese a sus casi once años de alternativa y sus cero pelotero Puertas del Príncipe, cero pelotero puertas de Madrid, dice que no descarta la idea de una encerrona de él y su circunstancia con seis toros (?) en la Maestranza a final de temporada, si las cosas no han rodado como deben, digo yo.

Me parece que ésta es una buena idea, porque con todo a favor de obra es difícil que de doce posibles orejas no vaya a ser capaz de rebañar tres para abrir de una vez la bendita puerta y que sus hooligans se lo lleven camino de Triana a pasearlo sobre las andas del Cachorro, si el sacristán no lo impide, que están deseando.

Hablando de encerronas, uno se acuerda de la que se montó en Madrid, en la que por no dar ni siquiera dio la media verónica del perdón, pero es que en ese momento aún no se había disparado o disparatado tanto esta incomprensible fiebre morantera que aqueja a tantos aficionados, que se han agarrado a este pobre chico como a un clavo ardiendo, y que a muchos les ha sacado del armario y resulta que te das cuenta de que lo que de verdad les gustaba era esto.

Yo creo que Morante, que da pases y lances muy bonitos, no tiene firmada al día de la fecha una sola faena, en el sentido que uno entiende por faena, que es el de torear a un toro, y si además la cosa sale con estética, pues miel sobre hojuelas. Ignoro como ha podido hacerse con el legado de Curro Romero, torero de pasión desde sus inicios de novillero, torero de triunfos sonadísimos en las plazas de respeto, torero de personalidad única y de tauromaquia sólida, torero cosido a cornadas; el hecho es que muchos que no se enteran confunden al Curro Romero de verdad con el tardocurrismo, con esa época terminal en la que ‘vale con verle hacer el paseo’, o ‘esa verónica es lo mejor de toda la feria’, y por ahí enganchan con Morante. Creo que muchísimas personas, y no sólo hablo de recién llegados, han sucumbido a esa reducción, acaso sin meditar mucho en ello, y se han entregado a esta fantasmagoría del Curro final que es Morante, a quien Arrabal retrató bien cuando dijo que ‘el maestro no pega muletazos, ni capotazos, sino que hilvana haikus a compás’. Muy buen símil.

Y luego, como siempre decimos, los que deberían educar un poco a las gentes, los plumíferos, se dedican a planear por encima del de La Puebla preguntándole las cosas más abstrusas e ininteligibles, sin entrar en lo esencial. Por ejemplo, Amorós le pregunta si el toreo es un arte y que qué le impresiona más del Museo del Prado. Otro le pregunta si se puede tener alma gitana siendo payo y luego por Camarón y Caracol. Antonio Gala, el bardo de Brazatortas, le pregunta si sabe la diferencia que hay entre los toreros profesionales (sic) y los artistas, y si le gusta leer. Villasuso le pregunta si el mundo de los toreros es igual a mundo machista (sic) y si el torero es el hombre más valiente entre todos los hombres. Luis Nieto le pregunta por cómo lleva la prohibición del tabaco. Quino Petit le pregunta si los que no le entienden tienen menos sensibilidad que los otros. Bueno, pues así todos y ni uno a lo esencial, que es el toro. ¿Y por qué razón nadie le pregunta cuál es la causa de que jamás se le vea con toros? ¿Sabrá que existen cosas llamadas Miura, Pablo Romero, Dolores Aguirre, Palha, Murteira Grave, Conde de la Corte, Cebada Gago, Conde de la Maza, Celestino Cuadri, Baltasar Ibán, José Escolar, Juan Luis Fraile, Flor de Jara o Moreno Silva? ¿Sabrá que sus verónicas, sus naturales, sus pases de pecho, sus redondos, sus kikirikís hechos frente a esos transformarían su arte en toreo y nos pondrían a todos de acuerdo?

II

Decía Morante: “Con él [Rafael de Paula] he descubierto que el toreo es pensamiento”.

-¡Papafrita, más que papafrita! –rezongaba Paula en el callejón de Jerez, liando un cigarro mientras en el ruedo Morante pegaba capotazos.
¡Y era su apoderado!

Morante sin toro