martes, 15 de marzo de 2011

El lobo y el zorro

Cañón del Río Lobos

Francisco Javier Gómez Izquierdo

En los primeros días de enero de 1959 nevó como nunca ha vuelto a nevar. El tío Tito, que murió hace dos o tres años, al cumplir el siglo, siempre me lo decía:

-¡Cómo nevaba el día que tú naciste!

Un cantaor alcoholizado que por aquellas fechas era muy aplaudido por los entendidos en su arte, me lo recordaba entre temblores en Córdoba:

-El año de más nieve en España fue 1959. Estaba cantando en Barcelona y me tuve que quedar allí un mes.

El día que vine al mundo -un 6 de enero-, según me contó el tío Tito, los lobos daban vueltas alrededor del pueblo en busca de algo que llevarse a la boca, pues la nieve tenía aletargado el bicherío de la Demanda. Sus aullidos de hambruna lo mismo sonaban en La Solana que en el barrio alto de San Roque. En mi niñez llegué a ver cómo el beceñero* (hermosa palabra ya sin sentido) renunciaba a sacar la beceñada y cómo los pastores de ovejas saltaban llorando de rabia sobre el hocico del lobo muerto. Sería por 1970 cuando Félix Rodríguez de la Fuente trató de impedir una batida de lobos autorizada por el Gobierno Civil de Burgos, dirigiéndose en coche a mi pueblo. Colocaron en la carretera las ovejas degolladas por las manadas lobunas y tras las ovinas asaduras se formó un ejército de serranos armado de garrotas que hizo dar media vuelta al célebre naturalista.

Los zorros, astutos y con mucho disimulo, entraban por las gateras de los gallineros o escarbaban en la tierra de unos corralitos provisionales que se fabricaban con un rollo de alambre y cuatro leños, para que las gallinas y sus polladas estuvieran recogidas. Se escuchaba un guirigay de cloqueos y se veía un revuelo de plumas y cuando llegábamos, la zorra trasponía entre las peñas con la gallina pimentona entre los dientes.
En aquel tiempo, se daba un chorizo, unos huevos ó un duro al que llevaba colgado de un palo al zorro muerto por las puertas... y es que el lobo y el zorro eran los demonios de la Sierra de la Demanda. Eran el mal hecho carne.

Panorámica desde el nacimiento del Duero

El ecologismo actual, mayormente una grey de hombres buenos sin bondad y sin hombría, cree en su ignorancia que un toro bravo es malo y que san Francisco hizo a todos los lobitos buenos, como cantaba Paco Ibáñez. El ecologismo actual libera visones de las granjas para que mueran sin cadenas, llena de topillos los campos de Castilla, sin calcular el daño de trigales y acequias... y siempre sin avisar, suelta víboras en la Subbética cordobesa que matan personas durmiendo la siesta.

De los lobos que devoran ovejas y corderos en Palacios de la Sierra ya tuve referencias los dos últimos veranos. Es firme creencia entre los sabios de esos montes que los lobos aparecieron de repente, que fueron lobeznos en otros riscos, que alguien ha convencido a los del Medio Ambiente de que no puede haber un Cañón de Río Lobos sin lobos y que hay lobos “sanguinos”, gracias al poder ecologista.

-¿Es ecológico que, como antaño, haya ratones en las casas y piojos, chinches y liendres en las mantas?

-No compare usted el piojo con el lobo. El lobo tiene hermosa estampa.

-¿Y por qué en vez de comerse mis ovejas no se lo lleva usted a su casa y lo mantiene usted? Más que nada porque el lobo es de usted y no mío. Y ya que usted vive a costa del lobo, de justicia es que el lobo viva a costa de usted.


Las Calderas de Palacios de la Sierra