viernes, 4 de febrero de 2011

Menores


Francisco Javier Gómez Izquierdo

Hasta no hace mucho, entre los atracadores de Málaga y de gran parte del Reino de Valencia, era costumbre incluir en la banda a alguien con menos de 18 años. Si había un muerto en el Banco, se lo comía el menor, y si moría uno de los atracadores, toda la culpa era del muerto. Leyes consuetudinarias de un colectivo que retuerce el Código Penal a conveniencia y se ríe de esa caterva de psicólogos soñadores y extraviados que se han apoderado del Cumplimiento de las Penas y la voluntad de los políticos, con discursos a años luz de la realidad.

En el caso de la muchacha de Sevilla, donde dos niñatos tienen en vilo no sólo a la familia, sino a todo el país, nadie repara en la vileza de un menor, al que ni los en teoría tipos duros de Rubalcaba o la sabia Fiscalía del Estado son capaces de sacarle la verdad. El Cuco no es una anécdota. Un canalla de 17 años ha sido detenido en Málaga por presuntamente matar a una niña de su pandilla. En Toledo, otra adolescente acabó con la vida de una amiga. En Cádiz, varias niñas se vistieron de brujas para matar, y...

Son infinitos los casos de maldad juvenil sin consecuencia de muerte, y como ejemplo ilustrativo podemos mencionar a Rafaelito en Córdoba. A los 16 años era visto en bicicleta y con una recortada al hombro por las Tendillas. Había violado, robado, apuñalado... y no quedaba Reformatorio del que no se escapara. Una pareja de policías lo llevó en tren hasta un Centro de Madrid donde iban a parar los más indómitos. Es fama que los policías vieron cómo Rafaelito bajaba en la estación de Córdoba, del mismo tren en el que ellos volvían. Hoy Rafaelito ya lleva más de 10 años de prisión en prisión... y lo que le queda.

Las causas de la delincuencia juvenil es tema a tratar muy seriamente, pero legislar a golpe de ocurrencia de psicólogo es muy peligroso. Ribéry y Benzema están señalados desde que una chica de revista y sin edad ha dicho que tuvo sexo a los 17 con los futbolistas. A mí, a las mozas como la suripanta de Francia, no les saco los años a simple vista. Desde que vi medio en bolas a Cher y supe que era del tiempo de mi padre, he desistido de calcular primaveras femeninas.

-Entre veinte y sesenta..- suelo decir.

Una mujer neumática, que diría Rubén Blades, puede buscar la ruina al más pintado, y un día vamos a hacer una serie de “Lolitas” y no tan lolitas de aldea, para mejor conocimiento de las cosas que pasan sin que se sepan.

En realidad, lo que quería decir, cuando he empezado el articulillo, es que, en lo tocante a delincuentes juveniles, los hay de muchas especies. La de mayor abundancia es la que dice que la culpa es de la sociedad y los traumas infantiles. Y la más de temer es la que desde los 12 años no deja entrar a los padres en “su habitación” y a los 14 no perdona un botellón. En Córdoba, el Ayuntamiento les ha puesto un sitio muy aparente junto al Guadalquivir. Tiene nombre casi poético: Lugar de encuentro. Los sabios de las ciencias del comportamiento juvenil aplauden iniciativas tan progresistas de Casa Consistorial tan sensible.