Los dos toreros de Joaquín Moeckel en la portada del XL Semanal
antes del gato por liebre de los victorinos de Sevilla
antes del gato por liebre de los victorinos de Sevilla
José Ramón Márquez
Gracias a ‘Del toro al infinito’ me entero del simpático calendario que han perpetrado los de la Peña Taurine Manuel Jesús «El Cid». Los hombres, a falta de tener a mano alguna foto de su ídolo, han tenido la ocurrencia de poner como ilustración de su calendario 2011 una de Morante vestido de corto, con su tabaco habano y todo. Seguro que aquellos cabales aficionados pensarán que tanto monta El Cid como Morante, que Sevilla pilla muy lejos y que todos los toreros más o menos se parecen un poco contemplados con amplitud de miras, que ya se sabe que el mejor aficionado es al que más toreros le caben en la cabeza, y la mejor peña es aquélla a la que más toreros le caben en el calendario, como dijo aquél.
Bien mirado, esto sólo puede obedecer a tres causas: o bien es la constatación evidente de la inmensidad del bache en el que se encuentra el torero, agrandado por sus continuos y conocidos fracasos en su temporada americana, que ha hecho que hasta sus propios seguidores se olviden de su rostro; o bien es un fino ejercicio subliminal de los peñistas para tratar de atraer a la causa cidista a esa legión de mendicantes de tan sólo una media verónica o de un mohín, que forman la mayor parte de las huestes moranteras; o bien es que los miembros de la Peña Taurine llevan años engañados creyendo que eran de El Cid y en realidad el que les gustaba era Morante, sin que nadie les haya sacado del error, que las traducciones y los idiomas tienen esas cosas. En este último caso, no me quiero ni imaginar el chasco y la vergüenza que se llevarían los peñistas si se vienen a Vista Alegre el próximo domingo y ven que el que se llama Manuel Jesús Cid no tiene nada que ver con el que ellos han puesto en el calendario.
II
En Leganés se anunció en una plaza portátil, hace muchos años, un tal Morenito de Maracay. Ante el desastre de su penosa actuación, uno del tendido dice:
-¡Hay que ver lo malo que es el «Morenito de Maracay»!
Un boticario que estaba próximo a aquél y oyó sus palabras respondió:
-No dudo, buen hombre, que ese torero que hay en el ruedo sea oriundo de Maracay, y es evidente que su tez tiende a morena, lo cual justificaría el nombre con que se anuncia, pero le aseguro que este hombre que usted ve ahí abajo no es aquél a quien se conoce en el mundo de los toros por «Morenito de Maracay», que se llama José Nelo.
Bueno, pues no hubo forma de sacarle de su error al del tendido.
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