viernes, 4 de febrero de 2011

La Liga Árabe

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Los yanquis tienen a la marmota de Bill Murray en Groundhog Day y nosotros tenemos a la cigüeña de San Blas. Por San Blas, las cigüeñas nublan al sol en la capital, y en Punxutawney, Pensilvania, la marmota de Bill Murray no ha visto este año su sombra, lo que significa que ya está aquí la primavera. Entre eso y lo del Madrid, que vuelve a una final de Copa del Rey, se ve a los madrileños más contentos, con esa sonrisa que luce Adebayor cuando golea. Adebayor, que es la versión risueña de Michelle Obama —al menos de la Michelle Obama que veraneó en Marbella—, golea como los bomberos apagan los fuegos: echando abajo las puertas, para regocijo del Bernabéu, un estadio que gusta del carácter más que de las pamplinas. El Madrid de Mourinho, un tipo precisamente de carácter, disputará la final al equipo más pamplinero, el «equipo del pueblo», como un campeón de la lucha de clases, Pandiani, llama al Barcelona de Guardiola, que viene de venderle la camiseta a los ricohombres de Qatar, lo que, unido a lo del Málaga, Zaragoza y demás, nos lleva a constatar que la verdadera Liga Árabe va a ser nuestra Liga de Fútbol Profesional, cuya presidencia no sería mal destino para el pobre Zapatero, muñidor, al fin y al cabo, de una Alianza de Civilizaciones. Es verdad que Zapatero, al que no le gusta el fútbol, se declara culé —por molestar—, pero tampoco creo que con él la Liga fuera a estar más manoseada que ahora a favor del Equipo del Pueblo, y eso incluye a los comentaristas «boixos» de los canales de pago, empezando por los caricatos de Simón Cabido y Doña Cocleta en el Plus. Así, pues, Zapatero con el Equipo del Pueblo en la final contra el equipo de la Burguesía Terrateniente, y Lissavetzky con la taurófila Ruth Porta de número 2 en la papela electoral de la izquierda para Madrid. Con estos mozos de cabeza de cartel, la moza puede tener problemas para salir elegida, aunque a lo mejor es de lo que en la Casa del Pueblo se trata.