JOSÉ MARÍA RIBAS ALBA
Profesor de Derecho Romano
Profesor de Derecho Romano
Alfredo Valenzuela
Abc de Sevilla
Nacido en Sevilla en 1961, José María Ribas es autor de un libro que estudia los aspectos jurídicos e históricos de la condena a muerte de Jesucristo, ha vendido dos ediciones de su «Teoría del trepa sevillano» (Almuzara) y, profesor de Derecho Romano de la Universidad de Sevilla, tiene cierto olfato para detectar bárbaros.
—¿Qué característica define al trepa sevillano?
—Su carácter heroico. Esta ciudad está diseñada para que no ocurra nada nuevo. Es el mundo antes de Galileo. El trepa, se mueve, y además para arriba, desafiando la ley de la gravedad de la sociedad sevillana.
—Usted afirma que «el trepa sevillano deslumbra por su sencillez»…
—Efectivamente, la sencillez, la naturalidad. Hablamos de los trepas auténticos, triunfadores, no del figurón de tres al cuarto.
—¿Es pues más eficiente que el trepa común?
—El trepa, en su variedad sevillana, es un prodigio de la naturaleza. Debería estar protegido como el lince ibérico. Aquí está mal visto cualquier tipo de progreso. El trepa tendrá sus cosas, pero es la bendición de cualquier familia.
—Luego ¿es el trepa más meridional que septentrional?
—El trepa nórdico es un ser insoportable, engreído, odioso, de una crueldad casi infantil. Nuestros trepas tienen sangre romana y eso se nota.
—¿Los trepas sevillanos tienden a uniformarse o adquieren diversos estilos de indumentaria?
—Vuelvo a lo de antes, el trepa de verdad, el que triunfa, suele pasar más inadvertido de lo que la gente se cree. Es la clave de su éxito.
—¿Las cofradías, como escala, se hacen imprescindibles para el trepa sevillano?
—Rotundamente sí. Como recordaba hace poco Robles, en las cofradías se buscan los cinco minutos de gloria a los que todos los ciudadanos deberían tener derecho. Lo que pasa es que al ritmo que vamos nos vamos a cargar también las cofradías y nuestros pobres trepas se quedarán sin escaparate. Y la Iglesia, sin un poderoso medio de evangelización.
—¿El trepa sevillano es capaz de estar en misa y repicando, o sea cofrade y de izquierdas o facha y políticamente correcto?
—El trepa sevillano, como todo ser humano, es un manojo de contradicciones. Es verdad que por necesidades de su propia vocación tiene que tensar la máquina, y en un momento dado será o dejará de ser lo que haga falta.
—¿Todo pelota es trepa, pero no todo trepa ha de ser pelota?
—El pelota es una malformación del que ha nacido para trepar y se queda a medio camino. Ser pelota es una ordinariez. Otra cosa es hacer la pelota y que no se note, pero tal virtuosismo no está al alcance de todos.
—¿Para ser político conviene ser trepa?
—Sí. Los partidos políticos son una cantera de trepas. Son como estos cacharros que atraen a las moscas o a los mosquitos. El problema es que hay tal exceso de trepas dentro que colapsan las expectativas de las nuevas generaciones.
—¿Hay más trepas dentro de la Universidad que fuera?
—Es un efecto óptico. Veo muchos trepas universitarios porque estoy en la Universidad.
—¿Qué trepa tiene más peligro, el de izquierdas o el de derechas?
—¡Bonita pregunta! El trepa de derechas suele buscar la gloria. El de izquierdas la gloria y un puesto de trabajo. Pero eso era antes. Ahora todos los partidos son una fábrica de colocación.
—¿Cuál es más llevadero, el rico oficial o el nuevo rico?
—Me gustan más los nuevos ricos, sus excesos, su no saber estar, sus horteradas; su falta de tranquilidad social suscita cariño. El rico oficial es un personaje inflado de orgullo, clasista, y en Sevilla estos rasgos se intensifican aún más.
—Usted es especialista en Derecho Romano, materia con la que se debe de ligar poco ¿verdad?
—Bueno, no crea que con el Derecho Administrativo se convierte uno en el Don Draper de 'Mad Men'. Como hombre felizmente casado no debo entrar en detalles, pero le diré que entre los romanistas ha habido siempre insignes galanes.
—¿La expresión «Ciencias jurídicas» no es un oxímoron?
—Todas las ciencias son inexactas, como el ser humano.
—¿Qué era más eficaz, el Tribuno de la Plebe o el actual Defensor del Pueblo?
—Sin duda, el Tribuno de la Plebe, que podía paralizar cualquier acto de gobierno con su poder de veto.
—¿Quiénes son ahora los bárbaros?
—Otra pregunta para la reflexión. Los bárbaros somos nosotros mismos. No terminamos de darnos cuenta de lo importantes que son nuestras raíces culturales y religiosas.
—¿Qué le pareció la muerte de Montesquieu, enterrado por un ilustre sevillano?
—Una majadería dicha en el momento oportuno, porque efectivamente el partido socialista se cargó la independencia del poder judicial o, por lo menos, lo intentó.
—Una fuente solvente sostiene que en Sevilla no hay gracia, sino guasa…
—Es la tesis de don Antonio Burgos. Como hijo de gaditano y sevillana no estoy del todo de acuerdo. La palabra gracia es demasiado importante como para organizar con ella un monopolio.