Parece Herrero de Miñón, pero es John Logie Baird,
el compañero de pupitre de Oliart... ¿en Don Benito?
el compañero de pupitre de Oliart... ¿en Don Benito?
José Ramón Márquez
Te preguntaban:
-¿Ministro de Defensa?
Y tenías que responder:
-Don Alberto Oliart Sausol.
Luego había que saber el nombre del general de tu División y, de ahí para abajo, ir recorriendo toda la escala evolutiva de la familia militar hasta llegar al Sargento Retortillo, ínfimo escalafón de la misma.
Me vino al recuerdo esto, y estoy de acuerdo con Gómez Izquierdo que lo de la mili hay que dejarlo para los Lindos Académicos de la Española, a raíz de la noticia ésa de que la Televisión Española*, el ente ése, anda a vueltas con un famoso manual de estilo en el que creen que protegen a la infancia denigrando a la tauromaquia al ponerla al mismo nivel del terrorismo y de las drogas. La anecdotilla tiene que ver con la Televisión Española porque en la cúspide de dicho organismo se encuentra el mismo que era Ministro de Defensa en aquellos remotos años de instrucción, imaginarias, marchas a pie y ejercicios de tiro, el tal Don Alberto Oliart Sausol, sólo que muchísimo más viejo, como puede suponerse, que ahora debe andar el hombre por los ochenta y dos, con la de paro que hay.
Lo último que habíamos sabido de Don Alberto, que debe ser por su edad contemporáneo o compañero de pupitre de John Logie Baird, fue aquello de que había contratado a una sobrinilla o a una pareja de sobrinillos que no recuerdo bien, para que le echasen una mano en lo de la tele, que los chiquillos sabían de aquello un montón y entre lo que se sabía el tío de Bonanza, Los Ángeles de Charlie, Los Chiripitifláuticos, Perdidos en el espacio, La perrita Marilyn y Herta Frankel, y lo que se sabían los nenes de Los payasos de la tele, David el gnomo, Miami Vice, V, Aplauso y Fradejas, pues ya dominaban prácticamente la historia de la tele, y eso sin salir de casa.
Sin embargo, yo creo que, particularmente en esta nueva ofensa gratuita a la tauromaquia, la cosa no va de historia sino de peloteo vil. Como ahora parece que a los sociatas les ha dado la modorra de que lo de los toros (y lo de fumar y ese otro gran puñado de cosas) es un rollo antiguo y carpetovetónico muy lejano de la modernidad bien entendida que representan Don José Luis Rodríguez y sus entrañables ministras, pues el buenazo de Don Alberto Oliart Sausol se habrá puesto inmediatamente a la tarea de la interpretación delicadísima y minuciosa de lo que él cavila que puedan ser los anhelos de su jefe para tratar de satisfacerlos mucho más allá de lo que aquél pudiese ni imaginar; y si hay que equiparar a los toros con las drogas para complacer a D. José Luis, pues se hace, y en cierto modo no les falta razón, porque ¿qué nos hace ir a la plaza muchísimas veces, a sabiendas de lo que nos espera, sino esa malsana adicción a nuestro espectáculo favorito?
El bueno de Don Alberto no es malvado como le pintan por ahí, es simplemente, como puede suponerse por su vasta biografía, un corcho que flota y flota. Flotó en la oscura noche anterior al Referéndum de la Reforma Política, flotó con Adolfo Suárez, flotó con Calvo Sotelo y flota con D. José Luis Rodríguez, porque Oliart Sausol, además de primo del Poeta Verdadero**, flota y flota, gran virtud náutica de señorito extremeño criado en Barcelona.
Entremedias de tanto flotar tuvo tiempo Oliart, además, para que le tocase la lotería, para reconstruir un cortijo en Extremadura y para dedicarse a la cría del merino, del cerdo ibérico y de las vacas blancas cacereñas, que no sé si esos son méritos ante Mosterín y sus salva-bichos o lo del insigne filósofo sólo va de proteger al ganado de lidia. En cualquier caso, los que la llevan parda son los de la Mesa del Toro que decían que iban a ir a verle para interceder por los toros en la televisión, porque éste les gana a muchos de ellos en fincas, que Don Oliart es como un Robert Bakewell o mejor aún un Jethro Tull extremeño, también abogado como él, sólo que el nuestro va más por la cosa ganadera, como el primero; y a ver cómo se presenta allí Martín Peñato con el camión de mudanzas que transporta la Mesa cojitranca a explicarle a Don Oliart lo que es la dehesa, que él tiene la suya, ni lo que son los animales, que él tiene los suyos, o lo que es la televisión, que por lo que se ve él tiene también la suya, en la que sale o deja de salir lo que a él, a sus sobrinetes y a sus coleguis les place, que para eso le han puesto allí tan democráticamente. ¡Faltaría más!
_____
*¿Alguien podría explicar por qué es necesaria una Televisión Española y toda esa patulea de televisiones autonómicas?
**Cuando las circunstancias de la vida llevaron a este octogenario Protector de la Infancia a constituirse en suegro de Sabina, los columnistas del Poeta Verdadero tuvieron que suspender sus mofas más o menos explícitas al bardo de Úbeda.
Te preguntaban:
-¿Ministro de Defensa?
Y tenías que responder:
-Don Alberto Oliart Sausol.
Luego había que saber el nombre del general de tu División y, de ahí para abajo, ir recorriendo toda la escala evolutiva de la familia militar hasta llegar al Sargento Retortillo, ínfimo escalafón de la misma.
Me vino al recuerdo esto, y estoy de acuerdo con Gómez Izquierdo que lo de la mili hay que dejarlo para los Lindos Académicos de la Española, a raíz de la noticia ésa de que la Televisión Española*, el ente ése, anda a vueltas con un famoso manual de estilo en el que creen que protegen a la infancia denigrando a la tauromaquia al ponerla al mismo nivel del terrorismo y de las drogas. La anecdotilla tiene que ver con la Televisión Española porque en la cúspide de dicho organismo se encuentra el mismo que era Ministro de Defensa en aquellos remotos años de instrucción, imaginarias, marchas a pie y ejercicios de tiro, el tal Don Alberto Oliart Sausol, sólo que muchísimo más viejo, como puede suponerse, que ahora debe andar el hombre por los ochenta y dos, con la de paro que hay.
Lo último que habíamos sabido de Don Alberto, que debe ser por su edad contemporáneo o compañero de pupitre de John Logie Baird, fue aquello de que había contratado a una sobrinilla o a una pareja de sobrinillos que no recuerdo bien, para que le echasen una mano en lo de la tele, que los chiquillos sabían de aquello un montón y entre lo que se sabía el tío de Bonanza, Los Ángeles de Charlie, Los Chiripitifláuticos, Perdidos en el espacio, La perrita Marilyn y Herta Frankel, y lo que se sabían los nenes de Los payasos de la tele, David el gnomo, Miami Vice, V, Aplauso y Fradejas, pues ya dominaban prácticamente la historia de la tele, y eso sin salir de casa.
Sin embargo, yo creo que, particularmente en esta nueva ofensa gratuita a la tauromaquia, la cosa no va de historia sino de peloteo vil. Como ahora parece que a los sociatas les ha dado la modorra de que lo de los toros (y lo de fumar y ese otro gran puñado de cosas) es un rollo antiguo y carpetovetónico muy lejano de la modernidad bien entendida que representan Don José Luis Rodríguez y sus entrañables ministras, pues el buenazo de Don Alberto Oliart Sausol se habrá puesto inmediatamente a la tarea de la interpretación delicadísima y minuciosa de lo que él cavila que puedan ser los anhelos de su jefe para tratar de satisfacerlos mucho más allá de lo que aquél pudiese ni imaginar; y si hay que equiparar a los toros con las drogas para complacer a D. José Luis, pues se hace, y en cierto modo no les falta razón, porque ¿qué nos hace ir a la plaza muchísimas veces, a sabiendas de lo que nos espera, sino esa malsana adicción a nuestro espectáculo favorito?
El bueno de Don Alberto no es malvado como le pintan por ahí, es simplemente, como puede suponerse por su vasta biografía, un corcho que flota y flota. Flotó en la oscura noche anterior al Referéndum de la Reforma Política, flotó con Adolfo Suárez, flotó con Calvo Sotelo y flota con D. José Luis Rodríguez, porque Oliart Sausol, además de primo del Poeta Verdadero**, flota y flota, gran virtud náutica de señorito extremeño criado en Barcelona.
Entremedias de tanto flotar tuvo tiempo Oliart, además, para que le tocase la lotería, para reconstruir un cortijo en Extremadura y para dedicarse a la cría del merino, del cerdo ibérico y de las vacas blancas cacereñas, que no sé si esos son méritos ante Mosterín y sus salva-bichos o lo del insigne filósofo sólo va de proteger al ganado de lidia. En cualquier caso, los que la llevan parda son los de la Mesa del Toro que decían que iban a ir a verle para interceder por los toros en la televisión, porque éste les gana a muchos de ellos en fincas, que Don Oliart es como un Robert Bakewell o mejor aún un Jethro Tull extremeño, también abogado como él, sólo que el nuestro va más por la cosa ganadera, como el primero; y a ver cómo se presenta allí Martín Peñato con el camión de mudanzas que transporta la Mesa cojitranca a explicarle a Don Oliart lo que es la dehesa, que él tiene la suya, ni lo que son los animales, que él tiene los suyos, o lo que es la televisión, que por lo que se ve él tiene también la suya, en la que sale o deja de salir lo que a él, a sus sobrinetes y a sus coleguis les place, que para eso le han puesto allí tan democráticamente. ¡Faltaría más!
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*¿Alguien podría explicar por qué es necesaria una Televisión Española y toda esa patulea de televisiones autonómicas?
**Cuando las circunstancias de la vida llevaron a este octogenario Protector de la Infancia a constituirse en suegro de Sabina, los columnistas del Poeta Verdadero tuvieron que suspender sus mofas más o menos explícitas al bardo de Úbeda.