sábado, 9 de octubre de 2010

La faena histórica del torero sin historia

Jumillano


José Ramón Márquez

En tantos años uno ha visto de todo. He visto seguidores de los toreros más variopintos, como aquellos vejetes, pésimos aficionados, que eran de Jumillano o de Pedrés; como el gran pelmazo del Marqués de la Cebolla, seguidor de Pedrito de Portugal; como el pobre B., que en paz descanse, seguidor de Espartaco contra viento y marea, o Javier, sólo ante el mundo defendiendo a Manzanares en Madrid con vehemencia y en alta voz. Lo que nunca me he encontrado ha sido un seguidor de Juan Mora, pero creo que ahora, con la siembra del otro día, ya estarán apareciendo como setas, que ésta es la estación.

El otro día subía yo por la calle de Jorge Juan y me encontré con algunos aficionados que salían de almorzar en La Giralda. A alguno de ellos lo conozco desde hace lustros. Me preguntó por Mora, le dije que no lo había visto y me contó la faena entera remontándose a Antoñete y a Manolo Vázquez. En su boca, aquello fue la sublimación del toreo. Me aseguraba mi vehemente interlocutor que ese toreo por el que suspiramos, con la conciencia clara de que jamás lo volveremos a ver, lo había hecho el buenazo de Juan Mora en Las Ventas. Como no tengo por costumbre discutir sobre cosas que no he visto en la Plaza, disfruté del rato de conversación y, tras desearnos un feliz invierno, nos separamos. Seguí adelante por la calle pensando en lo que acababa de oír y en que yo creo que lo único que realmente une a Juan Mora con Manolo Vázquez es que el gran torero sevillano fue quien le dio la alternativa al hijo de Mirabeleño, con Curro Romero de testigo, y nada más.

Los pasteles del 7

Al día siguiente fui convocado a un almuerzo por mi amigo el aficionado J. y tuve la ocasión de contrastar la opinión con otro aficionado que estuvo presente en la tarde de marras. Éste me explica que la faena fue de una vulgaridad tremenda, que el placentino tuvo algunos detalles y adornos estimables y que la oreja se la propiciaron entre los del 7, la solanera y la gran cantidad de entradas de habituales que habían sido regaladas.
Terció en la conversación el aficionado V., hombre muy relacionado con el mundillo, gran conversador y aficionado de muchísimos años para preguntarse si a estas alturas habrá que descubrir a Juan Mora, que es un torero tan visto en Madrid, y para desearle que la temporada que viene junte sus cuarenta y cinco o cincuenta corridas para ordeñar la vaca adecuadamente con su nueva vitola de Viejo Maestro. Además, apoyaba la hipótesis del, por así decirlo, contubernio del 7 a favor de Mora, y apuntaba, inteligentemente, que esta tarde tan extraña había servido para que la empresa salvase los muebles, tras el pésimo San Isidro y la decepcionante Feria de Otoño.

Luego, busca buscando por la red, he encontrado la faena como a mí me gusta, es decir, rodada en un solo plano desde el tendido 5, sin montaje, sin planos cortos de esos que dan en la TV, lo más parecido a la forma en que uno lo ve desde su localidad. Me reservo la opinión, como es mi costumbre sobre cosas que no he visto en la plaza, porque entiendo que la plaza tiene circunstancias y emotividades que no se pueden apreciar desde unas imágenes en una pantalla y que, sin embargo, explican muy bien el devenir de una determinada tarde. Por si alguien tiene interés en verla, la faena está en un buen blog mexicano llamado Sol y Sombra, en esta dirección: Click.

Desde luego, yo creo que no es la faena de Ordóñez al toro Bilbilarga de Atanasio, por decir una faena histórica.