Ignacio Ruiz Quintano
Abc de las Letras
El provincianismo es el viejo ismo de la nueva vanguardia. Zapatero, por ejemplo, que acaba de comprar tiempo en el poder a cambio de que los vascos rotulen sus pueblos en su idioma de sílex.
-¿Usted conoce Vizcaya, Ruano? -pregunta Baroja tratando de concretar el pueblo de uno que hablan.
-Claro, don Pío.
-Pues en seguida caerá usted en cuál es el pueblo a que me refiero: tiene una plaza con una fuente en medio, ¿cae usted ya?
-No, don Pío.
-¡Pues, hombre, un pueblo que tiene una plaza con una fuente en medio...!
El precio del poder de Zapatero pasa por llamar «Araba» a Álava, «Guipuzkoa» a Guipúzcoa y «Bizkaia» a Vizcaya. ¿Tiene esto que ver con el ignacismo de Azpeitia o con el enciclopedismo de Azcoitia?
-El gallego que no habla en gallego es antigallego -postula el silogismo de ese Joan Joel del galleguismo que es Novoneyra.
El acuerdo de Zapatero con los jefes tribales del Norte o Septentrión para decir «Bizkaia» donde era «Vizcaya» es la culminación de aquellas resoluciones académicas alrededor de la mesa verde en que D'Ors y Pemán, que es quien lo cuenta, sugerían el comentario puramente estético de la palabra, que enviaban, como una pelota, al otro extremo de la mesa, donde Manuel Machado lo recogía con paladeo. A lo ancho de la mesa, se cruzaba el diálogo estrictamente filológico de Casares y González Palencia. Riber sostenía los fueros etimológicos del latín, Amezúa citaba a los clásicos, Cotarelo intervenía en los asuntos científicos...
-Cuando la discusión recae en algún matiz regional, están allí Cotarelo para hablar de Galicia, D'Ors por Cataluña, el Padre Fullana por Valencia, Álvarez Quintero y Machado por Andalucía... Los vascos (Urquijo, Ázcue) suelen faltar: se quedan en sus montañas, defendiendo su idioma de sílex...
Y para una vez que Zapatero los hace bajar, no parece caro el precio de decir «Bizkaia» por «Vizcaya».