lunes, 11 de octubre de 2010

Death & Glory

Death & Glory
O sea, el toreo



José Ramón Márquez

Domingo, novillada en Las Ventas. Seis novillos de Herederos de Manuel Santos Alcalde, ganadería de la Asociación afincada en Ciudad Rodrigo y encastada, es un decir, en Juan Pedro.

El primero, Guantero, número 33, nos echa las ilusiones por tierra, la misma tierra sobre la que cae el novillo una, dos y tres veces, desplomándose como una marioneta cuando la sueltan los hilos. Luego la cosa se arregla y, al menos, no tenemos que soportar el nauseabundo espectáculo del toro de lidia por los suelos, como una colilla. El resto de la corrida salen descastados, con pocas ganas de pelea y más altos de lo que les corresponde por su origen. Para la pequeña historia quedan reseñados el quinto y el sexto, que fueron los mejores toros del encierro para las expectativas de sus matadores. Para las expectativas de la afición ya se sabe que la palabra juampedro nos pone como a la niña del exorcista, e icluso hubo un caballero con la mano izquierda vendada que sacó un cartel que decía: ‘Hartos de tanto Domecq’. Bueno, pùes nada más que los toros estén en Cultura habrá que tratar el tema de la eliminación por cualquier medio del ponzoñoso encaste, por contracultural, que no se nos olvide.

Y de los matadores diremos que Juan Manuel Jiménez es un torero como tantos otros, que no dice ni fu ni fa, que no presenta una forma de estar frente al toro ni unas maneras que le hagan ser recordado. El típico fruto de la Escuela taurómaca que le haya tocado y de la nefasta enseñanza recibida tendente a que si este hombre alguna vez tuvo una personalidad, unas maneras propias o una ilusión por ser alguien, eso le ha sido robado y transmutado en pura, simple, llana y prescindible vulgaridad.

En segundo lugar venía Sergio Blasco, a quien le tocó uno de los dos mejores toros para el torero de la tarde. A su falta total de valor, Sergio añade su tauromaquia contemporánea hecha de toreo mal concebido y peor ejecutado. Eso unido a los desarmes constantes de capote y al deficiente uso de la espada nos lleva indefectiblemente a otro producto de Escuela sin interés ni proyección. Le lleva Mariano Jiménez y es curioso que quien consiguió enhebrar una carrera profesional sobre el desgarro y el valor de una épica tarde a sangre y fuego ande en compañía tan melindrosa y tan falta del auténtico motor del toreo bueno que es el corazón.

Gómez del Pilar era el que cerraba la terna. Mostró buenas formas al servicio de lo que se estila, que es el toreo desde fuera, por fuera y hacia afuera. Tuvo, a mi modo de ver, dos méritos: el primero, el de tratar de quedarse quieto sin andar dando carreritas; el segundo, el de dejar siempre que se pudo la muleta en la cara del toro para provocar la ligazón entre los pases. A veces lo consiguió y la plaza le dedicó sinceros aplausos, dado que no es más que un ilusionado novillero a quien no se puede exigir como a un figurón, pero adolece de capitales defectos de colocación que debería corregir sustancialmente, si su expectativa es la de llegar a ser alguien en el toreo.

Por lo demás, diremos que la lidia fue en general inexistente en los primeros tercios y que la suerte de varas se verificó de aquella manera, que se ve que en las escuelas ésas la asignatura troncal es la del toreo de muleta y no se molestan en explicar que lo que pasa en el último tercio, generalmente, es el resultado exacto de la suma de los aciertos o los despropósitos de los otros dos tercios precedentes.

Con el frío en los huesos huimos hacia el hogar, mientras Gómez del Pilar va dando su vuelta al ruedo, relamiéndonos con los Gracilianos que nos esperan el próximo martes, día de la Virgen del Pilar.


Blasco, Pilar y Jiménez

Y en aquel tiempo, dijo Rosco a sus discípulos...

Otro Jiménez sin Curro

¿Toro o buche?

Julypié que enseñan en la Escuela

¿Blasco, Bosco o July?

Julypié reglamentario de la Escuela

"¿A quién defiende la Autoridad?"

Gómez...

...del Pilar

Brotes verdes en la afición

Julypié obligario en la Escuela

Jesús Puch con el kit del aficionado

Hasta los c... de juanpedros