A la Crítica Taurina contemporánea
José Ramón Márquez
En el año 1897 visitó España, como parte de un viaje por toda Europa, el rey de Siam, Chulalongkorn I. En nuestro país recibió agasajos singulares por parte de la Corte. El exotismo del personaje caló en seguida entre los madrileños, que le dieron los apodos de Chulapón I y Chulalón, y que crearon chistes y chascarrillos más o menos ingeniosos sobre su persona y sus circunstancias, tales como la de tener más de ciento cuarenta hijos, la de contar el tiempo por noches y no por días, la de que siendo fabulosamente rico daba veinte vueltas a una moneda antes de soltarla... cuando la soltaba, la de atender la urgencia de sus necesidades en el lugar donde se encontaba, dejando desagradables huellas de su paso, así como de la constatación de que en su viaje estuvo todo un año viviendo 'de gorra' en toda la extensión de la palabra a lo largo de Europa.
Para las gentes, de la visita a Madrid de Chulangkorn I quedaron dos recuerdos: la petaca de escasísimo valor con que obsequió a Rafael Guerra por el toro que le brindó, y la condecoración de la Gran Cruz del Elefante Blanco con que distinguió a D. Alberto Aguilera, alcalde de Madrid.
Chulalongkorn asistió a una corrida de toros el día 17 de octubre de 1897, anulando su prevista visita a Toledo. Dicha corrida da lugar a Don Modesto para esbozar una crítica chispeante en la que atiza a Chulalón, al Duque de Veragua, al empresario Bartolo, a D. Alberto Aguilera... en un modelo de gracia y de independencia en la crítica en la que se deberían mirar los contemporáneos.
A Chulalongkorn se debe esta sentencia, pronunciada cuando sus consejeros se oponían al 'coche sin caballos' por considerarlo muy inferior al palanquín como medio de transporte y extremadamente peligroso: 'El automóvil es menos peligroso que el corazón humano'.
Por Don Modesto
El Liberal, 18 de Octubre de 1897
Me consta positivamente que el ilustre monarca de Siam, al abandonar ayer el circo taurino, redactó un telegrama para Kalahom su primer ministro, que decía así:
"En Bangkok-Palacio de Pharoom, para Kalahom (atención)
"Prepara en Ajuthia todas carretas reino. Me llevo ganadería Veragua. Siéntome perito agrónomo.- Budha contigo.- CHULALÓN…etc., I"
Algo hemos de sacar de la breve estancia del siamés en España. Llévese en buena hora la ganadería del duque y en nuestros corazones ¡ay! quedará grabado su recuerdo con indelebles caracteres.
Y entonces clamaremos prosternados a sus plantas con el respeto debido las siguientes palabras:
-¡Para chulalón, el duque, y para barbianes tú!
¡Adiós, pues, ganadería famosa, que en no remotos tiempos pusiste el mingo con tu divisa en los cosos de España! ¡Descansa en paz, vacada harta de gloria!
¡Siam te sea leve!
En días venideros se oirán por ahí diálogos del tenor siguiente:
-¿Y los toros del duque?
-En Siam…
-¿Si…han ido o se los han llevado?
-Se los llevó Chulalongkorn I para dedicarles a las plácidas faenas agrícolas.
-Pues que engorden, prosperen y por allá nos esperen muchos años.
-Amén.
LOS CABALLEROS DE CHOW PHYA
Lo son desde ayer Mazzantini y Guerrita. Este Chow Phya es el primer título honorífico de Siam y sólo le concede el Chulalón… etc. a los privilegiados por la fortuna, el talento o la actividad.
Así se dice en los cánones siameses.
Yo no sé si nuestro ilustre huésped habrá extendido ya los oportunos decretos, pero me es lo mismo, porque yo me erijo momentáneamente en emperador de China y concedo, libre de gastos, las enseñas de Chow Phya a Guerrita y Mazzantini.
Eso y mucho más se merecen.
Pido al país un bill de idemnidad en vista de mi realísima determinación.
En el presente momento histórico, aunque no tengo un senabodi que refrende el decreto, yo mando, redacto y firmo.
Con becerros de cabritilla como los que ayer se dignó servirnos el ilustre descendiente de Colón, no hay diversión posible, ni toreros con arte, vista y sabiduría.
Mazzantini y Guerra echaron el resto, como suele decirse, y pugnaron bravamente contra las chulerías de Bartolo, traducidas ad pedem literae en seis becerrotes vergonzantes, tísicos e indecorosos.
-¿Es que te chuleas?
-¡Es que puede ser!
-Mira que te zumbo;
-Quita de ahí, chulón.
-¡Pero que te calles!
-¡Pero que…Sión!
Elegantísimas, vistosísimas e inteligentísimas fueron las faenas de los dos recientes caballeros de Chow Phya.
Mazzantini trasteó con arte, parando mucho los pies, e hirió desde cerca, recto y vaciando como un hombre.
Guerrita fue el torero de las filigranas, gallardías y brillanteces.
¡Filigranas con chotos abueyaneados!
Sólo fue aquello
empresa para hombre tal.
El rey de Siam y su numerosa e ilustre descendencia, miraron atónitos aquellos derroches de valor y ciencia súper.
¡Si yo tuviera súbditos así!, pensaría Chulalongkorn I, ¡qué tardes me iba a pegar volapeando esclavos!
-¡Papá, qué cabecita tan lisa tiene ese señor de la trenza! –dicen que dijo uno de los hijos del monarca.
-Sí, hijo… muy rica.
-Ay… yo la quiero, que me la traigan.
COMO MURIERON LOS CABRITILLAS
El primero de Veragua, que salió boyante de los toriles, se declaró indolente al segundo puyazo, y en torno al ruedo dio algunas vueltas buscando la salida.
Mazzantini le toreó con brevedad y lucimiento, y entrando en corto, largó una contraria de tanto estrecharse en la reunión.
Descabelló a pulso al primer intento.
Don Luis fue obsequiado por Chulatón… etc. con un alfiler de corbata.
El segundo, choto y buey en todos los tercios.
Guerrita hizo una elegantísima faena de muleta y se deshizo de su rival de una superiorísima estocada.
El toro rodó sin necesitar al puntillero.
Guerra recibió del soberano de Siam una petaca de plata.
El tercero, choto y buey.
Murió a manos de Mazantini de un volapié en lo alto y de un descabello a pulso.
El cuarto, choto y buey.
Guerrita procuró traer al becerro a buen capítulo y desplegó con el trapo una faena tan lucida como inteligente, finiquitando con un pinchazo en lo duro y una gran estocada.
El quinto, choto y buey.
Mazzantini lo mató al hilo de las tablas de un volapié monumental, haciendo por el toro, porque éste no hacía ni por él ni por nadie.
El sexto, más choto y más buey que ninguno.
Guerra, después de un trasteo compendioso, entra desde el terreno de los valientes y agarra un buen volapié.
VARIOS DETALLES
Picando. Molina y Chano.
Con los palitroques, Tomás Mazzantini, que se ha hecho un siamés maravilloso, midiendo los terrenos.
Con el capote Juan Molina, Antonio Guerra y el propio Tomás.
Riesco presidió con más fortuna que otras veces.
El duque…tan chulalón.
Y la plaza, como en corrida de Beneficencia.
-¿Y Bartolo?
-Escapó a Siam con la talega de los dineros. Aunque si han cursado telegramas interesando su detención, no ha sido posible echarle el guante. D. Alberto se irritó extraordinariamente, porque quería saber por boca del empresario qué edad tenían los toros de ayer.
Uno de los acompañantes del rey siamés dijo anoche a D. Alberto, al saber la causa de su mal humor:
Si a Siam Bartolo va
y ahí Chulalón…le ve
pues… le corta la cabé-
¡za!
D. Alberto se tranquilizó en seguida y dicen que ha pensado pedir al monarca una merced inapreciable:
¡Que le envíen en una bandeja la cabeza de Bartolo!
Don Modesto
EL GRAN CHASCO
(POR TELÉGRAFO)
Toledo espera y Chulalongkorn I en los toros
Toledo 17, (11 n).-
Creyendo que llegaría esta mañana, según se había anunciado, el rey de Siam con su comitiva, un gentío inmenso invadía la estación a las diez y treinta, que era la hora marcada para el arribo del tren real.
El pueblo toledano llenaba la calle de Armas, el paseo del Miradero y Zocodover, ávido de contemplar al monarca asiático.
En los andenes esperaban el gobernador civil, el gobernador militar, el Ayuntamiento y la Diputación en masa y gran número de Comisiones civiles y militares, con objeto de cumplimentar a S.M. mongola.
También había acudido el señor obispo de la Metrópoli para ofrecer sus respetos a la infanta Isabel.
Se habían tomado todas las precauciones propias de semejantes casos.
El batallón de alumnos con traje de gala, bandera y música estaba formado en la explanada de la estación para prestar la guardia de honor a Chulalongkorn I.
Un escuadrón de caballería iba a escoltar su carruaje.
Faltaban pocos minutos para la hora indicada, cuando se recibió un telegrama manifestando que el monarca siamés había suspendido su viaje.
Comunicóse la noticia a las autoridades y Comisiones, que se retiraron inmediatamente.- Molo.