lunes, 19 de abril de 2021

"Pero tengo otra cosa"

 

"Yo no soy el mejor tácticamente"


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Al término del Clásico reapareció en las redes el video (¿masónico?) de Zidane, el hombre que pidió el voto para Macron:


    –Yo no soy el mejor tácticamente. ¡Pero tengo otra cosa!


    “Yo te daré / Te daré mi hermosa / Te daré una cosa / Una cosa que yo sólo sé”… Esa cosa será el Visitante Nocturno del que también habló en su día Zidane, y que lo hace invencible. Escrito está que Zidane se llevará de calle el doblete (Liga y Champions) con un equipo que es Courtois (sin pamplinas, el portero más seguro del mundo) y la cuerda (para rato) Modric-Casemiro-Kroos, más los arabescos de collar de la paloma de Benzemá y los epigramas busterkeatonianos de Lucas Vázquez. El resto es… La Cosa, eso que hace que en el momento decisivo de la temporada Hazard, más Duck que Duke, tenga un tirón muscular y deje su puesto a Vinicius, mezcla de Iñaki Williams y Villalibre corriendo como búfalos por la pradera.


    Lo de Zidane está en Clausewitz, para quien la naturaleza objetiva de la guerra (o del fútbol) hace de ella (o de ello) un cálculo de probabilidades; “Ahora sólo hace falta un elemento más para que se convierta en un juego, y ese elemento no falta por cierto: es el azar. Ninguna actividad humana tiene contacto más universal y constante con el azar que la guerra (o que el fútbol). El azar, juntamente con lo accidental y la buena suerte, desempeña así un gran papel en la guerra (en el fútbol)”.


    ¿Qué es el azar? El azar es lo que hace que Kroos lance un golpe franco con gancho y la pelota, en jugada de billar americano, entre, o que Moriba Kourouma, Ilaix Moriba, que también va servido de “kas”, remate de volea en el minuto final y la pelota sea devuelta por el larguero. ¿La “ka” de Kroos es mejor que la “ka” de Kourouma? El azar es el zidanismo, con esos “kariusgoles” que privan, no sólo de toda esperanza, sino de cualquier sentido al de enfrente. Quienes no se resignan están condenados al ridículo, como el ex árbitro Iturralde ante la jugada entre Mendy y Braithwate: “Penalti, penalti, le desequilibra cuando va corriendo. En esas jugadas te desequilibra porque vas a ir para un lado y te coge del brazo para el otro. Es un penalti tontísimo”. ¿Y el VAR?


    –No es un error claro y manifiesto y por eso no le llama el VAR. Una cosa es que sea penalti y otra es que sea un error claro y manifiesto.
    

¿En qué se quedan estas discusiones tridentinas ante la majestad del Azar zidanesco, tan por encima incluso del ceñudo Destino griego?
    

Modric-Casemiro-Kroos es el trío de la bencina (“Die Drei von der Tankstelle”, título inaugural del musical alemán) de la leyenda zidaniana. Sí, Modric es viejo, pero el otro día vimos al Elche tirar de Martínez Modesto, Nino, de 40 años, para intentar levantar su partido contra el Huesca de Pacheta, el Tigre de la Demanda, y nadie se llamó a escándalo. 

En el fútbol actual, que ha dejado de ser un deporte de contacto físico, centrocampista puede ser un trabajo para toda la vida, como antes guarda de obra municipal o funcionario del Catastro. Casemiro no es mayor, pero ha aprendido a echarse, al primer roce, como Busquets, actitud que le permitirá alargar una década su centrocampismo. Y Kroos es como el artículo 48 de la Constitución de Weimar, un tiralíneas con poder de poderes dictatoriales que se ha montado en Valdebebas una especie de República de Netzer, aquel Gunter que jugaba en un plato de ducha metiendo balones largos al pobre Ico Aguilar, que era el Vinicius de entonces. Ni Klopp ni Koeman (más “kas” al aparato), que son entrenadores de tiza y pizarra, saben contrarrestar al trío de la bencina, al que de pronto puede incorporarse Isco, que es la señal para que, si eres inteligente, tires la toalla.
    

A mí Zidane me recuerda al mecánico de flippers que venía a arreglar el pinball del bar donde los chicos jugábamos al salir de la escuela: tú te ponías a mirar cómo desmontaba las piezas y él con una mano agarraba un petaco y con la otra mano te agarraba la oreja y te llevabas una descarga eléctrica. Es la broma que esta semana le hemos visto hacer a Zidane con Klopp y con Koeman, y se les ha quedado en el campo la misma cara que a nosotros en el bar.
   

 –Yo no soy el mejor tácticamente. ¡Pero tengo otra cosa!…
    

Se lo dejará imposible al que venga.


 

DRENTHE & GUTI

    Que dice Drenthe que pasó “muchas noches bonitas” con Guti, que es el otro Rafael el Gallo. “Esa alegría que al español le entra cuando ve caminar a Rafael el Gallo”, decía Cañabate. Drenthe no es español, pero le gusta el sol de España, este estar de fiesta que, aprovechando la pandemia, se nos quiere arrebatar para imponernos el calendario revolucionario de la Convención, obra del matemático Romme, que divide el año en 12 meses de 30 días, con 3 jornadas festivas cada diez días, “para reposo fraternizador” de gentes cuyo único ocio se ve reducido a contarse en una terraza anécdotas de su vacunación. Drenthe salvaba con ingenio su promesa al club de no salir de noche: “Abrimos la verja de la finca, pusimos el coche en punto muerto y lo empujamos por la pendiente. En la rotonda encendimos el motor para que antes nadie se diera cuenta.”

[Lunes, 12 de Abril]