jueves, 9 de enero de 2020

El Jefe

Jefe de La Vera

Francisco Javier Gómez Izquierdo

       Tengo leído en algún sitio que a Franco no le gustaba el término “dictador” a lo Julio César (será mentira, porque ahora todo lo que leíamos se ve que no es fiable) y que sus escribas acomodaron el “Jefe” como hallazgo lingüístico que excluía pretendidas importancias ajenas. El Jefe era el Jefe y no había más tu tía. Se equivocaba el Jefe. Del Jefe se hablaba mal de lejos y se doblaba el espinazo de cerca. Esto sigue pasando en los trabajos donde los jefes de hogaño copian con entusiasmo los vicios de las Jefaturas de antaño.

      En las instituciones y sobre todo en las instituciones que dan dinero, donde la democracia que gastamos no permite el palabro jefe, usamos “presidente”, que es casi como Jefe pero sin el como. Lo problemático de los presidentes es cuando en vez de uno hay dos y no digamos ya tres o cuatro, porque para llegar a semejantes alturas se precisan toneladas de ambición en eso que llaman ego y cuando los egos chocan, pobre de los que pillen debajo.
     
No crean que lo que antecede está pensado por el Gobierno que vendrá. Se me ocurre después de escuchar anoche al jefe del fútbol, don Rubiales, que no quiere ser presidente sino jefe y que confronta su jefatura con la de don Tebas que es tan jefe o mayor jefe que don Rubiales. El jefe don Rubiales tuvo que responder como jefe a la antigua cuando se cuestionó la desmesura de su  invento en la Supercopa  y que gente del fútbol prefiriera el modelo de siempre: un sólo partido entre los dos campeones. Salió don Rubiales con que su invento es casi el mejor, si no el mejor torneo del mundo y que ni el Madrid ni el Atleti son invitados; además el beneficio económico irá para el fútbol modesto y el femenino. Yo creo que los dineros van casi todos para el Barca y el Madrid, y en menor medida (medida que quitaría de trabajar a muchos operarios) para Atleti y Valencia, pero el hombre, como jefe que es, tiene su punto de cuquería y saca a relucir la farisaica condición caritativa, mejor para no faltar digamos distributiva, de todo jefe que se precie: “...vendrá bien al fútbol modesto y al fútbol femenino”. Don Rubiales ya tiene el “para escuelas y hospitales” que tanto luce a un político del siglo XXI. A todo lo que se le ocurra con ánimo lucrativo no tiene más que añadir “fútbol modesto y femenino” para censurar al discordante. Tiene el aval de por ejemplo la tele a la que se abonan los que tienen dinero, Luis Enrique que también parece  jefe de mucho cuidado y sobre todo del fútbol femenino que es garantía de perdurabilidad gracias entre otras cosas a los petrodólares de la Arabia Saudita.
      
De momento, el Madrid, que jugó un partidazo casi sin delanteros como le gustaba a Cruyff y a un servidor, es el primer finalista. Hago constar que a mi parecer, y vista la condición física, al Barça le sobra uno arriba y le falta otro en el medio. A don Rubiales le resultará costoso explicar una final de campeones sin campeones, pero como antiguo sindicalista ya tiene dominado a masticazos su particular chicle como mantra a la política manera. Todo se hace por el fútbol modesto y femenino.

Pues nada, a callar.