lunes, 20 de enero de 2020

A punta de capote

Paco Ureña y Víctor Pérez en Casa Salvador



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    En Casa Salvador trasnochó Luis Miguel Dominguín con Ava Gardner, y al cante, para amenizarles la madrugada, acudía José Salazar Molina, el elegantísimo (gafas negras y clavel) Porrina de Badajoz. Allí, también, fue donde luego el pintor (“pintura con platos”, era lo suyo) y director de cine Julian Schnabel, neoyorquino, hizo amistad con Javier Bardem, quien, gracias a ella, pudo hacer carrera.

En Casa Salvador han descubierto ahora el Quite Salvador, entregado por vez primera al maestro Paco Ureña, por el mejor quite artístico de San Isidro, y al peón Víctor Pérez, un Casemiro de la tauromaquia (si bien Casemiro tiene más de picador con castoreño que de peón) por su espeluznante (“intuición, yo sólo lo sé explicar por la intuición”, lo explica él) quite de auxilio en la misma feria. 

En lo que los premiados recogían sus distinciones, un amigo taurino me contó cómo, en los 60, entró en él su primera noción de autoridad: un guardia civil con bigote y encapotado que con los picos de la capa mojados a modo de porras iba poniendo orden en la marabunta desatada con motivo de una visita al pueblo de El Cordobés.
    
En guardia civil de Úbeda repartiendo estopa con los picos de la capa es como hay que figurarse yendo por esta Liga a Zidane, que tiene para sus enemigos algo (la calva, la capa) de vampiro de Murnau obligado ahora a jugarse los cuartos con el Barcelona de Setién, ese pasiego tranquilo que siempre parece que viene de rodar un anuncio de cuajadas.
    
¡Ayer con las vacas y hoy aquí! Nunca pensé que el Barcelona se fijaría en mí. Lo único que he hecho es que el Betis, Las Palmas y el Lugo jugaran muy bien al fútbol.
    
Setién representa la superstición culé ante la autoridad paranormal de Zidane, cuyo triunfo en la Supercopa de Arabia ha sido el golpe de capa definitivo en el tablero del fútbol. Sus adversarios hacen cosas raras. De Guardiola se dice que no sabe conducir autos (ha destrozado cuatro en Inglaterra), y de su forma de conducir futbolistas “The Sun” sacó la fiesta privada del City con modelos italianas en un hotel de Cheshire, donde la sonrisa del gato risón de Alicia en el país de las maravillas. La hora de Zidane sacando a Guardiola a capotazos de la Champions se acerca y ha vuelto su talismán, Lucas Vázquez, que a ver cómo contrarresta el Gandhi de Sampedor esos movimientos de cabra mecánica que ofrece el Colibrí de Curtis en la banda derecha donde guardan cola para jugar Bale, Rodrygo, Vinicius, Brahim y Asensio, dado que la izquierda es para Hazard, jugador de un mes (de bueno que es) por temporada.
    
Si Lucas Vázquez es su peón de brega, bajito y bullidor (¡si lo viera Juan Gómez!), Casemiro es su picador de confianza, que es el picador a quien tú le gritas, como pasaba con Curro, “¡Vale! ¡Vale!”, para quedar bien con el público que te rodea indignado porque no quiere que se pique más, y el picador entiende (correctamente) “¡Dale! ¡Dale!”, con lo cual sigue picando, como es su obligación. Éste es el sentido del juego de Casemiro en el “totum revolutum” de Zidane.

    –Si llegan a anular también el segundo gol, retiro al equipo del campo –dijo en el Bernabéu Monchi, Zahorí Mayor del Sevilla, a quien también se le ve superado por la autoridad secreta de Zidane que uno quiere ver, como mi amigo el taurino, en las puntas mojadas de su capote.

    Tiene que ser muy duro, siendo Lopetegui, volver al Bernabéu y encontrarte sin margen de maniobra con Zidane. Tampoco lo tendrá Guardiola, a quien la alegría de ver en la calle a sus amigos del lazo secesionista le dura hasta que por la noche, al acostarse, mira la agenda y descubre la cara de Simeone que se le pone al ver la cita en el Bernabéu y su destino tan escrito como el de Morata en el desierto saudí.

    –Yo no hubiera llegado –contestó, a carcajadas, Dani Parejo cuando le preguntaron por la falta de Valverde a Morata–. Yo hubiera rezado para que no marcase.
   
 El trastorno que Zidane ha originado en Simeone se vio esta vez en Éibar, donde el entrenador argentino quitó a Joao Félix para poner a Camello.
Porrina

Juan Belmonte en Casa Salvador

HAT-TRICK DE HAALAND

    Conmoción futbolera por el “hat-trick” en 23 minutos de Haaland, un armario de luna de 19 años, en su debut con el Dortmund. Nada que ver, sin embargo, con el “hat-trick” de Romario a la Real Sociedad la tarde de su debut con el Barcelona, incluidas dos asistencias de Guardiola. Tres goles de futvoley (pases a la red) de Romario para presentarse como lo que fue: el mejor delantero-artista que ha dado el fútbol. Era la temporada 1993-94. Lo de Haaland podría firmarlo Casemiro, quien sin embargo jamás podría firmar lo de Romario.