lunes, 25 de marzo de 2019

Un juego maravilloso

Parejo (Efe)

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Primero habló Sergio Ramos, que ejerció de sevillano: “El seleccionador tiene una filosofía de juego maravillosa”. (Si hubiera comenzado por ahí Casillas, a lo mejor… ¡quién sabe!) Y contestó Luis Enrique: “Sergio Ramos es un jugador único en la historia del fútbol”. La Piña, pues, está hecha, y cualquier día nos la presentan reportajeada en “Semana”, como la nueva mansión, en plan Preysler-Boyer, que también está hecha, del defensa central en La Moraleja. Pero quedémonos con la “filosofía de juego maravillosa”.
    
Dos cosas de Barcelona “interiorizó” Luis Enrique durante sus años de culé: la cultura del diseño publicitario (en ese campo se mueve como Cobi) y el gusto por el juego, o lo que eso significa desde que nos cayó encima Johan Cruyff.
    
¿Por qué este tío no ha podido jugar en el Real Madrid? –se preguntaba uno viendo jugar a Parejo en el Combinado Autonómico de Luis Enrique.
    
Porque en el Real Madrid nunca estuvo Johan Cruyff: estaba fichado, pero a Bernabéu no le gustaba “su jeta”, y se agarró a una comisión de más que a última hora le pedían para echar a perder el trato y regalar al Barcelona la refundación que lo haría grande: le dio un estilo. El estilo que incluso a Ramos le parece “una filosofía de juego maravillosa”. Y en ese juego relucía el sábado en Valencia, como un chico Disney de estreno, el tal Parejo, un futbolista español que reúne inteligencia y clase, que en este juego casi nunca van juntas. “Fútbol de museo”, dejó aquí dicho Hughes del fútbol de Parejo, “jugador que ha de subir al Arca de Noé del fútbol patrio que es cada selección”. De haber habido en el Madrid una “filosofía de juego maravillosa”, Parejo sería hoy otro Velázquez (Manolo, no Diego).
    
El Madrid de Zidane sustituye la “filosofía de juego maravillosa” por una “mística de juego prodigiosa”, es decir, causante de prodigios. ¿O no es un prodigio el “Karius” que se marcó Courtois con Bélgica ante Rusia?
    
Courtois llegó al Madrid con el título de Mejor Portero del Mundial de Rusia, relegando al banquillo a Kéylor Navas, otro Casillas de reflejos y, por lo visto con Solari, de rencor.
   
 –¿Qué me gustaría cambiar de mí? –dijo Casillas en una entrevista–. Cambiaría lo rencoroso que soy. No sé si es una virtud o un defecto, pero soy bastante rencoroso.
    
Navas parece gran rezador (“muy agradecido con Dios”, dice ahora que vuelve a ser titular), pero con su suplencia también parece haber desarrollado un rencor que saliva como el perro de Paulov sólo con mentar el nombre de Solari (“hablé poco con él”). Místicamente unido a Zidane, Navas hace piña con Ramos, y Courtois se desliza por el grande escotillón de la gafancia. “Yo me considero buen portero, pero no sé qué me ha pasado”, balbuceó para explicar el gol que le regaló al ruso Chéryshev. Caso perdido. Otro Karius al morral. Cosas de la mística. Con la ayuda del periodismo, que siempre hallará material: que si Courtois es flamenco, que si los flamencos expulsaron a los francófonos de la universidad de Lovaina al grito, oh, justicia poética, de “¡Walen buiten!”, (¡Valones fuera!), y así. Se nos dirá: “Miren ustedes lo de Neuer y Ter Stegen. ¡Y son alemanes!” Pero a lo alemán como valor le han hecho menos daño Neuer y Ter Stegen que la Schiffer con el anuncio de coches y frau Merkel con su IV Reich.
    
Courtois, con su pinta de De Gaulle regentando una portería del barrio de Salamanca, era, con Vinicius, el único jugador salvable de la temporada del Madrid (sin él, el equipo estaría peleando la permanencia), pero la flecha ya ha salido del arco. ¿Repescar a Lunin y ceder a Courtois al Leganés? Cualquier cosa.

    Tampoco a Vinicius (¡tres entrenadores en seis meses!) lo veremos mucho más, si vinieran Mbappé, Hazard (Hazard es Isco con el gol de Vinicius) y Sadio Mané. Se nos diría que sí, pero que no tiene gol, y de maestros del remate le han puesto a Marcelo y… Benzemá, que es como si a un novillero, para practicar los tres tiempos de la estocada en el carretón, le pusieran a Julián López, creador del julipié.
    
Para Ramos, que ahora se muestra fascinado con la “filosofía de juego maravillosa”, una vez que se le ha ido la temporada en blanco parece hecha la última objeción de Mourinho: “Una filosofía de juego sin ganar, ¿qué sentido tiene eso? Mi mejor título será el próximo que gane”.



BATMAN Y CHACOLÍ

    La respuesta de los directivos del Valencia a los agentes de Batman por la propiedad del murciélago es la que Groucho Marx, ante la reclamación de Warner Brothers, productora de “Casablanca”, a los hermanos Marx, que habían rodado “Una noche en Casablanca”: “Profesionalmente, nosotros éramos Brothers mucho antes de que ustedes fueran Warner”. Esta guerra del murciélago entre valencianos y useños recuerda a la del chacolí entre mirandeses y vascones, en la cual uno da la razón a los mirandeses por una nota periodística de 1885, que reza: “Como una novedad nos comunican de Miranda de Ebro el hecho de haber salido de dicha población para la de Haro 590 cántaras de chacolí, caldo que hasta ahora se ha consumido siempre en los mismos pueblos de las provincias del Norte en que se recolectaba”.