martes, 19 de marzo de 2019

El VAR



Francisco Javier Gómez Izquierdo

         Al VAR lo han montado en el fútbol y ya no hay quien lo descabalgue. Modestamente no creo que el fútbol lo necesitara, pero como el fútbol ya no se juega en el campo sino en la televisión, en buena lógica el invento ha demostrado ser mucho más útil para el televidente que para el aficionado.
        
El aficionado en el estadio canta y celebra un gol de su equipo contra el Villarreal que a los dos minutos anula el VAR y un mocete al lado de su localidad con artefacto móvil le explica que Morales parece tener un centímetro del tacón de la bota izquierda en fuera de juego. El aficionado del Levante, y pongo al Levante que no es precisamente un club que me sea simpático, para no ser acusado de parcialidad, ha visto cómo el árbitro le anulaba un claro gol por interpretar falta lo que era fallo del portero del Leganés, sin que el VAR llamara a consultas al colegiado y ha sido testigo de cómo contra el R. Madrid el trencilla acudió a la llamada del artilugio cuando le avisó de un penalty que no vio y en el mismo partido decidió no revisar un penalty que a él le pareció flagrante y no aceptó la probabilidad de errar, como si no fuera costumbre en la profesión. Pregunten al aficionado, por lo que  tengo visto, del Levante qué cosa es el VAR.
     
No personalicemos en un equipo ni en nuestra liga y vayamos a la Champions, donde el VAR puede ser mucho más determinante que un árbitro al uso. ¡Que se lo pregunten al PSG o a la Roma, víctimas propiciatorias de un sistema que amenaza lo que ni se sospecha! Repasen ustedes el penalty de Denayer a Luis Suáez que en directo efectivamente lo parece y que sin VAR y tras las repeticiones nos hubiera dado la talla dramática del uruguayo. Avisó el VAR al árbitro y aquí se confirmó esa teoría que tengo de la soberbia chulería de la mayoría de ellos pues el señor Marciniak declinó revisar lo que la nueva reglamentación del VAR determina. En el mismo partido el sobrado colegiado no se dignó volver a ver el gol del Lyon, emperrado en que le aclararan por el pinganillo si había o no fuera de juego, sin sospechar supongo que lo que había de antirreglamentario era la falta de Marcelo. Disculpan al árbitro los que deciden en el negocio del fútbol achacándonos a los aficionados que no entendemos bien cuándo y cómo interviene el VAR. ¡Claro que no entendemos! ¿Cómo vamos a entender que un árbitro unas veces va al monitor a revisar y otras no? ¿Cómo debemos interpretar cuando el árbitro se empecina en el error de apreciación y desprecia la mirada del VAR? y...¿Cómo vamos a reciclarnos con la nueva modalidad del penalty por mano involuntaria?

    Tengo entendido que los eméritos Pierlugi Collina y Roberto Rosetti, dos muy buenos árbitros todo sea dicho, propusieron el invento  para corregir errores graves en el fútbol y espantar sombras en la honorabilidad de los colegas, pero a mí me parece que el negocio salió desde las televisiones que necesitan tener en ascuas al espectador de sillón y sorprenderle con emociones tan inesperadas como inexplicables. No me negarán que la novedad desconcierta mucho en el campo y sólo es entendible para consumidores de televisión que son los que ven las distintas repeticiones hasta hacerse ellos mismos una idea de la decisión que debe tomar el árbitro. Cuando éste se independiza de la tecnología y cabezonea con su errático criterio, el espectador en el salón de su casa cataloga el fallo como uno de los episodios más “chulos” de esas series que no dejan de ver las nuevas generaciones. En el campo, el aficionado mira perplejo aquí y allá con un “¿pero qué ha pasado? ¿Ésto qué es?”
      
En la Segunda división no hay VAR, por lo que el reglamento es más imperfecto que en la Primera y en la Champions, pero a mí me parece que los fallos arbitrales de la Primera y la Champions son mucho más escandalosos que en la Segunda. Quede claro de todos modos que no estoy capacitado para apreciar lo que al parecer las mayorías toman por evidente.