martes, 14 de octubre de 2014

Tarjetas





Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Si Rajoy dice que viene un frente de izquierdas, lo que quiere decir es que viene el puntillero (Pablemos con la coleta de Agapito Rodríguez, que no es la de Dolores Ibárruri), y que lo que hay que hacer es pactar.

La culpa, dicen, es de las tarjetas de Cajamadrid.

¿Y a usted qué le parece lo de las tarjetas? –me pregunta un caballero que acaban de presentarme en el copetín por el discurso de ingreso de Martín Chirino en Bellas Artes.
Estéticamente, me parece la cena de “Viridiana”, aunque Lola Gaos no sería Pablo Abejas (ni siquiera a la vista de las extractos); y tampoco lo sería Carmen Cafranga, personaje más de Serafín que de Buñuel, paseando (“para empatizar”) su mano ensortijada por el bosque de quéchuas perrifláuticas de Sol como el león del “Robin Hood” de Disney (al que el oso, ay, con el gesto de besar, lo que hace es succionarle las piedras).
Políticamente, en cambio, me parece la metáfora del 76, es decir, del espíritu de la Santa Transición, que ya nos había dejado dicho Ortega (vamos a creer que este idea sí era suya) que donde hay pacto hay reparto. El reparto de Cajamadrid era el oso del padre Piquer, y el del 76, el toro de España, que va de Miguel Hernández (“Llamo al toro de España”) a Jesulín (“España es como un toro”).

¿Y los “eres” andaluces?

Los “eres” andaluces no valen como imagen del consenso porque falta la derecha sentada a la mesa, con lo cual, si Azcona y Berlanga vivieran, tendrían que centrarse en la tabla redonda de las tarjetas de Cajamadrid, que va del liberalismo pipero (de comer pipas) de Abejas al comunismo prosoviético (sic) de Moral Santín, pasando por todo el sindicalismo vertical de socialistas y comunistas.

Es lo que técnicamente el comunismo posibilista de Carrillo llamó “reconciliación nacional”, término arrebatado al catolicismo posconciliar, pues esta gente viene de letras. Si vendrá de letras esta gente que de números sólo recuerda el pin de la tarjeta del padre Piquer.