Sir Alfred J. Ayer
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En el 32, en pleno guirigay republicano por el Estatuto catalán, ese “Groundhog Day” español cuyo Punxstawnwey siempre ha estado en Madrid, y con motivo de la final entre el Atlethic y el Barcelona, “partido al que asistirán el Jefe del Estado y algunos ministros”, la prensa del Régimen avisaba que “se proponen los elementos monárquicos producir un alboroto y perturbar el orden en presencia de las autoridades”.
–Rivalidades de equipos y cuestiones de deporte no pueden ser utilizadas para manifestaciones políticas. Lo advertimos para que nadie se preste a servir de instrumento a los manejos antirrepublicanos.
Hoy, dos hijos de la pérfida Albión, que lo son de la monarquía más tradicional que se conoce, disputan en Madrid la final de la Champions: el Liverpool de los Beatles que una vez tocaron en Las Ventas y el Tottenham Hotspur del filósofo sir Alfred J. Ayer, que separaba el fútbol de la filosofía como los periodistas de Azaña el fútbol de la política.
–Soy un hincha de toda la vida del Tottenham Hotspur, un equipo de fútbol. Es absurdo decir que es parte de mi filosofía y que, si resultara que fuera hincha del Arsenal en vez del Spurs, no podría ser el positivista pragmático que soy, sino alguna suerte de idealista absoluto.
¿Sentido común? No, pues, entendido como realismo ingenuo, no existe, según Russell le demostró a Einstein: “El realismo ingenuo (percibir los objetos como son) nos lleva a la física, y la física, si es verdadera, muestra que el realismo ingenuo es falso. Por ello, el realismo ingenuo, si es verdadero, es falso: por tanto es falso”.
Esto lo vemos en un Decálogo del Buen Aficionado de la Final de la Uefa, compendio de la burricie socialdemócrata (Messi se pasó un partido llamando “burro” a Milner, su marcador inglés), o Dictadura Perfecta, sólo contestada por “brexiters” y unos “gilets jaunes” que Macron muele a palos.
–Sé capaz de ir al partido con un amigo del equipo contrario –reza el menos tonto de esos mandamientos.
The Beatles en Madrid