Ignacio Ruiz Quintano
Abc
De una conversación en Sierpes entre dos sevillanas que fregotean (¡más lejía!) la acera muy de mañana:
–Quilla, ¿y tú sabes lo más fuerte? ¡Que el marío de mi vesina se llama Nicolá!
La nicolasis es el acné juvenil de España y el premio Pequeño Nicolás del año corresponde a esos logreros de la ceja (¡los “highbrows” de Zetapé!) que se pasan a la coleta de Pablemos en auxilio del que apunta a vencedor:
–Es tiempo de Pablos –musita Bosé.
¿Pablos el Buscón o qué Pablos: Alborán, Abejas, Mármol…?
Bosé lo decía por Iglesias y Echenique, pero a Echenique le hicieron un Houdini y ya no hay más Pablo que Iglesias, que se presentó en el Nuevo Apolo (género chico) a lo José Antonio en la Comedia, diciendo que no es derecha ni izquierda y con un programa ful de los falangistas del 77.
Si la joven Cristina Morales ganó el Injuve a la Creación con una novela del 15-M trufada de párrafos (sin cita) de Ramiro Ledesma, ¿por qué el joven Pablo Iglesias no va a ganar La Moncloa con un programa trufado de propuestas (sin cita) de la Falange Auténtica?
¿Será el falangismo el río que nos lleva?
Un falangismo del pobre, para iletrados.
–¡Debéis decirlo, apoyo a Podemos! –exclama Juan Goytisolo (epígono literario del divertidísimo Jacinto Grau) con el mismo entusiasmo que en 2001 voceó en ABC que él (“lean mis labios”) nunca aceptaría el Cervantes.
Tras de Goytisolo, Bertín Osborne, de acuerdo con Pablemos “en casi todo”.
Dice la historia natural que el pulgón exuda un líquido azucarado del que la hormiga (hispánica) es tan golosa que por conseguirlo descuida hasta el cuidado de sus propias larvas y deja extinguir la comunidad.
Los “highbrows” de Zetapé, con la ayuda de psicoanalistas argentinos, miman a Podemos para deleitarse con la promesa de sus secreciones azucaradas, mientras el pueblo que fregotea la acera (ese afán del aseo, que comunica a los ánimos el contento de la virtud) se hace cruces con el marido de la vecina, que se llama... Nicolás.