1914-1994
A Conchita Montes no la llamó nadie María Concepción Carro Alcaraz: también en eso fue única. Conoció a Edgar Neville en un viaje en tren y ya no se separaron más. Isabel Vigliola, que convivió profesionalmente con ellos durante veinte años, tiene escrito: “Vivimos juntos en Londres, cuando estrenó El baile en inglés. Y en Malibú, la casa de Marbella que Conchita vendió a Sean Connery poco tiempo después de morir Edgar. Ella siempre tenía encendida una lamparita con un perfume discreto que se mezclaba con el agradable que ella usaba. Cuando acababa de dictarme y yo me quedaba pasando el trabajo a máquina, ella se ponía un abrigo de piel y se iba, conduciendo su automóvil, a fiestas maravillosas. Era la única actriz, en esos años, que hablaba varios idiomas, tenía una carrera universitaria y poseía un visón y un coche. Espero que se comprenda mi fascinación.”
IGNACIO RUIZ QUINTANO
(Del libro Serán ceniza, mas tendrá sentido / Ediciones Luca de Tena, 2006)