DOMINGO, 12 DE FEBRERO
Se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: "Si quieres, puedes limpiarme." Sintiendo lástima, extendió la manos y lo tocó diciendo:
-Quiero: queda limpio.
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:
-No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.
Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampados; y aún así acudían a él de todas partes.
Marcos 1, 40-45
Se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: "Si quieres, puedes limpiarme." Sintiendo lástima, extendió la manos y lo tocó diciendo:
-Quiero: queda limpio.
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:
-No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.
Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampados; y aún así acudían a él de todas partes.
Marcos 1, 40-45