Ciudad Rodrigo 2012
Tarde
Tarde
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Con Jorge Bustos, que tiene el don de la primera curiosidad, y otros amigos fui el martes de carnaval a Ciudad Rodrigo para lo de Iván Fandiño, que hoy es el único torero que me hace viajar. Al entrar, nos paró una patrulla de guardias civiles para pedirnos, al conductor, el carné de conducir, y a mí, la cámara de fotos.
–Si nos ha sacado, tendrá que borrarlas.
Entregué la cámara al guardia, que dio su visto bueno a las imágenes, y seguimos nuestro camino convencidos de haber contribuido con nuestra mansedumbre a la implantación del fascismo mariano, como diría Llamazares, quien con esa gracia que Dios (que no Marx, al que ignora) le ha dado, escribe que “el futuro está en la memoria ofendida de nuestros abuelos, tanto como en la rebeldía de nuestros hijos”.
Ahí tenemos Valencia.
Por el ruido mediático, en Valencia asistimos a otro Casas Viejas, con un jefe de policía que señala en los manifestantes al “enemigo”, grosería alejadísima de la noble facundia republicana de aquel jefe de gobierno que dijo al capitán Barba: “Ni detenidos ni prisioneros. Después sólo hay inocentes. ¡Disparen a la barriga! ¡Disparen a la barriga!”
"El arma del 'enemigo' es un libro", titula, con su mejor espíritu naif, un periódico.
Los estudiantes huyen de los libros como Drácula de los escapularios, pero ¿cómo renunciar al redondeo de una imagen platónica como la flor y el fusil o el libro y la porra?
–Si mi pluma valiera tu pistola de capitán...
–No se puede aguantar que apaleen a niños.
¡Ay, si esos “niños” probaran a leer siquiera el “Trotsky y las orquídeas silvestres” de Richard Rorty! Son diez hojas.
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Abc
Con Jorge Bustos, que tiene el don de la primera curiosidad, y otros amigos fui el martes de carnaval a Ciudad Rodrigo para lo de Iván Fandiño, que hoy es el único torero que me hace viajar. Al entrar, nos paró una patrulla de guardias civiles para pedirnos, al conductor, el carné de conducir, y a mí, la cámara de fotos.
–Si nos ha sacado, tendrá que borrarlas.
Entregué la cámara al guardia, que dio su visto bueno a las imágenes, y seguimos nuestro camino convencidos de haber contribuido con nuestra mansedumbre a la implantación del fascismo mariano, como diría Llamazares, quien con esa gracia que Dios (que no Marx, al que ignora) le ha dado, escribe que “el futuro está en la memoria ofendida de nuestros abuelos, tanto como en la rebeldía de nuestros hijos”.
Ahí tenemos Valencia.
Por el ruido mediático, en Valencia asistimos a otro Casas Viejas, con un jefe de policía que señala en los manifestantes al “enemigo”, grosería alejadísima de la noble facundia republicana de aquel jefe de gobierno que dijo al capitán Barba: “Ni detenidos ni prisioneros. Después sólo hay inocentes. ¡Disparen a la barriga! ¡Disparen a la barriga!”
"El arma del 'enemigo' es un libro", titula, con su mejor espíritu naif, un periódico.
Los estudiantes huyen de los libros como Drácula de los escapularios, pero ¿cómo renunciar al redondeo de una imagen platónica como la flor y el fusil o el libro y la porra?
–Si mi pluma valiera tu pistola de capitán...
–No se puede aguantar que apaleen a niños.
¡Ay, si esos “niños” probaran a leer siquiera el “Trotsky y las orquídeas silvestres” de Richard Rorty! Son diez hojas.
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Noche
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