Francisco Javier Gómez Izquierdo
Ayer, víspera de San Valentín, llegó a Córdoba el Celta, que según los vigueses es el mejor equipo del mundo, pues tiene el nombre de una raza y los colores del cielo. Era el tercero en discordia, pero tiene visos de ser el primero de la clase. Al empezar la Liga declaramos como favoritos al ascenso al Betis sobre todos, al Rayo... y al Tenerife. El Tenerife ya me ha dejado en feo su plantilla, en nada inferior a algunas de Primera... y el Betis, ¡ay, el Betis!, está en manos de la Providencia y de un Pepe Mel que, como Víctor Fernández en el país ó Arsenio Wegner en la pérfida Albión, padece un síndrome letárgico que le ataca en sus segundas vueltas. Ya lo sufrió el año pasado en Vallecas, y Doña Teresa recurrió a remedios caseros poniendo a sus futbolistas en manos de un cocinero.
La 2ª División no es patrimonio del Bien y el Mal. La 2ª División no admite mínimas relajaciones y el condenado de hoy se convierte en juez mañana. El Celta de Vigo lo ha entendido mejor que nadie. Sus responsables comprendieron que el Español es un modelo y se lanzaron a una travesía del desierto con galleguiños juveniles hasta alcanzar un equilibrio confortador. Tiene dos laterales llamados a dar que hablar y un defensa central que ha bajado del centro del campo y, emulando a Fernando Hierro, pretende etiquetar con moda gallega un fútbol sin patadones. Vilanbauer saca los balones como si fueran cheques al portador y luego Trashorras y De Lucas los envuelven en papel de regalo para ese David Rodríguez al que Dios le ha dado “toíta” la cara de Schevchenko. Tiene buena pinta el Celta, y me alegraría que volviera a su lugar natural para que los cigarrillos que tan bien saben a nuestro amigo Emilio de Piedrabuena tengan propaganda gratis.
Sin olvidar que en 2ª cualquiera pierde con cualquiera, entre Rayo, Celta y Betis están los dos héroes de junio próximo. El tercero tendrá que jugar con otros tres aspirantes, una liguilla cruel, en la que tendrá todas las de perder. Si el Betis se tuviera que ver en tal incertidumbre no le arriendo las ganancias y la historia verdiblanca pudiera ser que cayera por precipicio asesino. ¡Al tiempo!
¿Y el Córdoba? Pues como estamos buscando propietario que nos quiera (ni italianos, ni ecuatorianos dan el sí), tenemos al entrenador más triste de España, que con empate a cero en casa, hace un cambio en el minuto 90, y el símbolo del equipo es un lagarto al que le buscan lagarta en la estación..., no es de extrañar que el aficionado quiera un amo moro ó indio, crea que el entrenador sea el adecuado cuando diserta sobre la memez del fútbol directo frente al combinativo... y sobre todo, adore al caimán de la Fuensanta. El único bicho cordobés siempre alegre que anima a los enamorados al rijo saludable.
Ayer, víspera de San Valentín, llegó a Córdoba el Celta, que según los vigueses es el mejor equipo del mundo, pues tiene el nombre de una raza y los colores del cielo. Era el tercero en discordia, pero tiene visos de ser el primero de la clase. Al empezar la Liga declaramos como favoritos al ascenso al Betis sobre todos, al Rayo... y al Tenerife. El Tenerife ya me ha dejado en feo su plantilla, en nada inferior a algunas de Primera... y el Betis, ¡ay, el Betis!, está en manos de la Providencia y de un Pepe Mel que, como Víctor Fernández en el país ó Arsenio Wegner en la pérfida Albión, padece un síndrome letárgico que le ataca en sus segundas vueltas. Ya lo sufrió el año pasado en Vallecas, y Doña Teresa recurrió a remedios caseros poniendo a sus futbolistas en manos de un cocinero.
La 2ª División no es patrimonio del Bien y el Mal. La 2ª División no admite mínimas relajaciones y el condenado de hoy se convierte en juez mañana. El Celta de Vigo lo ha entendido mejor que nadie. Sus responsables comprendieron que el Español es un modelo y se lanzaron a una travesía del desierto con galleguiños juveniles hasta alcanzar un equilibrio confortador. Tiene dos laterales llamados a dar que hablar y un defensa central que ha bajado del centro del campo y, emulando a Fernando Hierro, pretende etiquetar con moda gallega un fútbol sin patadones. Vilanbauer saca los balones como si fueran cheques al portador y luego Trashorras y De Lucas los envuelven en papel de regalo para ese David Rodríguez al que Dios le ha dado “toíta” la cara de Schevchenko. Tiene buena pinta el Celta, y me alegraría que volviera a su lugar natural para que los cigarrillos que tan bien saben a nuestro amigo Emilio de Piedrabuena tengan propaganda gratis.
Sin olvidar que en 2ª cualquiera pierde con cualquiera, entre Rayo, Celta y Betis están los dos héroes de junio próximo. El tercero tendrá que jugar con otros tres aspirantes, una liguilla cruel, en la que tendrá todas las de perder. Si el Betis se tuviera que ver en tal incertidumbre no le arriendo las ganancias y la historia verdiblanca pudiera ser que cayera por precipicio asesino. ¡Al tiempo!
¿Y el Córdoba? Pues como estamos buscando propietario que nos quiera (ni italianos, ni ecuatorianos dan el sí), tenemos al entrenador más triste de España, que con empate a cero en casa, hace un cambio en el minuto 90, y el símbolo del equipo es un lagarto al que le buscan lagarta en la estación..., no es de extrañar que el aficionado quiera un amo moro ó indio, crea que el entrenador sea el adecuado cuando diserta sobre la memez del fútbol directo frente al combinativo... y sobre todo, adore al caimán de la Fuensanta. El único bicho cordobés siempre alegre que anima a los enamorados al rijo saludable.