José Ramón Márquez
La matraca de José Tomás va ya por el capítulo no sé cuántos y no se aparta ni un milímetro de la hoja de ruta que consiste en que cada diez o doce días salga alguna noticia relacionada con el pétreo de Galapagar, con sus cuitas, con su lentísima recuperación, con uno que dice que le ha visto haciendo autoestop en una curva, con otro que le ha visto coronar el Angliru en bicicleta, lo que sea con tal de que no deje de tener presencia pública a condición de que sea siempre por boca de asno, porque por la suya propia yo creo que lo único que debe haber dicho es cuando nos concedió una entrevista a Carlos Aguilar y al que suscribe, que teníamos un programa en la radio SER, Madrid sur, la mar de divertido que se llamaba Tierra de toros. Por aquel entonces el que con el tiempo llegaría a ser el ciprés berroqueño era un novillero algo adusto recién llegado de México que no tenía aversión a los micrófonos y no tenía inconveniente en charlar un rato con unos desconocidos.
Bueno, pues en el interminable culebrón tenemos dos nuevos capítulos. Por una parte el escrupuloso ganadero Núñez del Cuvillo nos informa de que 'José Tomás está mucho mejor. La idea que tiene es torear este año y empezar a tentar en no mucho tiempo. Han estado aquí viendo y apuntando las corridas que tenemos reseñadas y en función de lo que haga se apuntará a las corridas que ya tenemos reseñadas'.
O sea, que si creemos que en ese ‘han’ se incluye al torero, eso quiere decir que se fueron a reliar los lotes en El Grullo y me imagino que a poner unos crisantemos en el mausoleo del padre Idílico, tótem genésico de la impecable vacada del Cuvillo. Bueno, que conste que han estado tomando apuntes en una libreta: “El 24, el 42, el 13, el 59, el 62, el 7.... ¡Atención señores, han cantado Bingo!”
Y luego, por otra parte, la ciencia médica... ¿el Doctor Marañón, el Doctor Jiménez Díaz, el Doctor Fleming? Nada de eso. El Doctor Rogelio Gutiérrez echa un jarro de agua fría a los múltiples seguidores del diestro anunciando que el pasmo de Galapagar aún no tiene el alta médica, que esto pasa en una empresa y le mandas a la Inspección de Trabajo, pero que en los toros las cosas van por otros cauces. Explica el galeno que tuvieron que ‘liberar las ramas del nervio femoral, que estaban atrapadas por cicatrices fruto de la lesión e intervención anteriores’, también explica que una rama concreta de ese nervio tan ramificado estaba lesionada y hubo que hacer un injerto’. O sea, que la cosa pinta parda.
El eminente doctor precisa, además, que el torero necesita de un mes y medio o dos meses hasta recibir el alta médica y que en ese tiempo es impensable incluso la posibilidad de entrenamientos en el campo, o sea, que nos plantamos en abril o mayo para empezar a pensar en ir al campo y comenzar a ir cogiendo sitio.
Al menos ahora que ya existe la certeza, avalada por la eminente opinión del doctor, de que no hay posibilidad de que Tomás esté en Madrid, podía esto traer un buen efecto colateral y servir para eliminar la absurda Feria del Aniversario (¿Aniversario de qué?), que es el subterfugio que se encontró para que Tomás estuviese en Las Ventas con las condiciones especiales que él impone. Si no hay Tomás, que quiten el Aniversario. ¡Venga, Abella!... ¡con un par!