Ignacio Ruiz Quintano
Abc
De no seguir Ancelotti, se plantea la vuelta de Mourinho y la re-vuelta de Zidane. Y al fondo, Xabi Alonso, que ya le dio a Ancelotti la vuelta al ruedo (con devolución de prndas).
Zidane tiene el pronto de Camacho pero en lento (“los que tenían prisa se murieron también”, dicen en su tierra), y en el Real Madrid ambos han tomado las de Villadiego un par de veces. Una superstición pipera sostiene que con Zidane volverían las orejonas, pero también los Keylor y los Hazard en detrimento de los Courtois y los Vinicius, que regresaría al lateral derecho.
Y Mourinho tiene personalidad, que al decir de Rafael de Paula es lo menos que en este mundo debe tener un hombre que trabaje para el público. Pero Guti, que es como el pisapapeles de los piperos, que lo veneran como cuota madridista en las tertulias de las teles del Relato, no quiere a Mourinho porque “Mourinho me aburría”. ¿Mourinho, aburrido?
El aburrimiento suele ser el desencadenante de todas las revoluciones en el mundo, pero hombre, que estamos en España. Pemán hablaba con gracejo gaditano (que no es el de Fali) la inquietud en los círculos franquistas por la fama que en ellos tenía ¡la Princesa Sofía! de ser un poco “desenvuelta y liberal” para los austeros cánones de esa moral del aburrimiento que el español exige a los reyes, a los notarios y a los canónigos, y recordaba que una de las anotaciones que figuraban en el “inocentísimo pliego de cargos de la Princesa” consistía en haberse paseado en alguna feria andaluza a la grupa de Ángel Peralta.
–Quintaesencia ética y tradicional, propia del extremismo hispánico que, por lo visto, sólo permitiría a una princesa montar la grupa de Rocinante o, todo lo más, de Babieca, el caballo del Cid.
El caso es que Guti se aburría con Mourinho, cosa que también ocurría con San Pablo, en cuyas epístolas parece impetuoso, pero una vez que estaba explicándolas a viva voz uno de sus oyentes se durmió y cayó por la ventana. En el duelo desigual (desigual porque ahora sabemos cosas que entonces no sabíamos) Guardiola-Mourinho, Guti se divertía más con la descuidada fluidez del tiquitaca guardiolés que con el contrataque fulgurante de Mourinho, que a Guti, pura cohetería futbolística, debía de parecerle ramplonería burguesa.
Admitamos de Guti que lo de Mourinho fuera ramplonería burguesa con cara de Vicente Miera: bueno, pues sólo con eso nos dejó una Liga de los records (goles y puntos) contra el Mejor Equipo de la Historia (escrita y por escribir) y un editorial del diario gubernamental echándole al gobierno encima porque con sus declaraciones (sus ruedas de prensa se televisaban en directo) perturbaba la paz de España, dando a entender cosas que él sabía, que los demás sabemos ahora y que tardarán en desclasificarse más que lo que llevan tardando las cosas de JFK, que ni siquiera Trump se atrevió, dejándose el veinte por ciento en el tintero. “No puedo decirte –contestó a quien le preguntó–. Es tan horrible que no lo creerías. Algún día lo sabrás”.
Guti es pipero, pero no es Morientes, otra cuota madridista en el gallinero culé para lavar el Negreirato: “Con la mano en el corazón (querrá decir con la mano en los gatos que lleva en la barriga), yo no me sentí perjudicado”, deja caer con boca piñonera, como quien deja caer la pastilla de jabón en las duchas de Alcatraz. De Guti, al menos, se puede decir algo bueno, y es que él no es “maurinhista”, o sectario del ismo inventado por Hughes el primero de mayo de 2012:
–Y digo mourinhista, que no maurinhista, porque al igual que Maurinho es la forma degradada en que la pipa pronuncia el nombre del nuevo Helenio Herrera, el maurinhismo es la sinrazón unánime del mourinhismo.
Maurinhistas son todos esos que hoy, casi una generación cultural más tarde (quince años, según las cuentas de Ortega), fungen de albaceas del mourinhismo, cuando en vida de Mourinho en el banquillo del Madrid fueron cursis antimourinhistas a sabiendas de que aponerse al Relato era la forma más segura de poner en riesgo el medro, lo normal en un país de peces muertos siguiendo la corriente.
–Sólo un loco se va del Madrid cuando el Madrid lo quiere, y ése he sido yo. El único –acaba de decir Mourinho.
Lo dice como consejo a Ancelotti, gran amigo suyo, tentado por la selección de Brasil. Y está seguro de que, al mínimo gesto de Florentino, Ancelotti se queda: “Ancelotti es perfecto para el Madrid y el Madrid es perfecto para él”.
Ancelotti estaba en camino de redondear un gran equipo, pero en El Parón dejó el Ferrari reluciente a los fiferos de Infantino y le han devuelto un Seat 124, que era la “loca” de los fanegas setenteros. Con esa máquina de película de Eloy de la Iglesia ha de jugarse este italiano elegante su continuidad en el banquillo del Nuevo Bernabéu.
I
LA CABRA
El Balón de Oro de Messi tiene la misma enjundia que la insignia de oro y brillantes culé a Pujol, y así lo vienen dando a entender los personajes más bizarros de la industria del fútbol. El último, Gerrard, ex del Liverpool, que ha cambiado de opinión sobre el “el GOAT” (Greatest Of All Time): hace apenas un año nombró a Messi, pero ahora nombra a Cristiano. Detrás del argentino está Catar, pero detrás del portugués están los números.
[Lunes, 27 de Noviembre]