Españoles abriendo el melón constitucional
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
No soy supersticioso, pero creo que lo que uno hace en Nochevieja es lo que hará los demás días del año.
En 2016, los españoles vamos a hacer Constituciones.
El constitucionalismo español es un estado de ánimo que prende en Nochebuena y se materializa en Nochevieja. Sólo hay que ver los arranques de nuestras Constituciones (¡todas ideológicas, que es lo único que no debe ser una Constitución!) más famosas.
–El amor de la Patria es una de las principales obligaciones de todos los españoles y, asimismo, el ser justos y benéficos –decía la de Cádiz, alrededor de la cual se reúnen liberales en excursión para ponerse púos de cazón.
–España es una República democrática de trabajadores –fue el órdago que el socialista Araquistáin, gordito, pero rencoroso, coló en la del 31, demostrando que no sabía distinguir entre Estado y Gobierno (en eso seguimos como entonces) y dejando a medio país al margen de la Constitución.
–España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho –arranca la del 78, redactada, como bien se nota, por un ingeniero agrónomo y un director teatral, que pasan por alto que no hay Estados individuales (aunque ya sabemos que “social” quiere decir aquí “benéfico”) y que la democracia tiene que ver con el Gobierno, no con el Estado.
La prueba del malentendido de esa declaración es que un frailón de misa y olla como Santos Juliá, para arrimar el ascua a la sardina de su Snchz, dice que España es una federación sin instituciones federales (!).
Son, eso sí, ciento sesenta y nueve artículos frente a los siete (¿para qué más?) de la de los Estados Unidos.
–Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, con el objeto de asegurar los beneficios de la libertad a nosotros mismos y a nuestros descendientes, estatuimos y sancionamos esta Constitución…
La libertad. Ésa es la madre del cordero. La democracia no es más que el reglamento de esa libertad. Y todo lo demás, literatura de Nochebuena para el fraude de Nochevieja.
Diciembre, 2015