Hughes
La generación de políticos de la Transición es un caso único. Se encontraron un Estado y una potencia industrial sin dar un tiro, sin protestar, sin riesgos, sin ganar una guerra, sin más… Heredaron traicionando y el precio que pagaron, pues alguno había que pagar, fue construirse ellos una reputación de antifranquistas pasándole a los españoles la factura.
Esa generación vendió el país con la cantinela del «homologar», y para ello se apoyó en la prensa, que aprovechó también la performance del 23F para darse pisto y leyenda. De ahí, vienen los prestigios desproporcionados y mareantes de una casta atroz que los jóvenes rechazan felizmente como parte del azote boomer. No han enseñado nada a los españoles, nos han idiotizado y para colmo han destrozado el idioma. Como dijo Churchill de un oponente, tienen el talento de comprimir el mayor número de palabras en la menor cantidad de pensamiento.
Entre esos prohombres charlatanescos que se han hecho ricos arruinando periódicos está Pedro Jota, el de los tirantes —cojonudismo cursi, Lord Mis Bemoles—, que ayer pedía excluir a Vox de la «comunidad democrática», nada menos. Hay que ser animal. Comunidad democrática es nación, por eso algunos somos nacionalistas a fuer de demócratas, así que se referiría, imagino, a retirarles a ellos y a sus tres o cuatro millones de votantes los derechos políticos.
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