martes, 5 de febrero de 2019

Silencios

Heidegger


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Camino de los 60, una novelista gringa, distinguida con la piñata del Pulitzer, sostiene que las redes sociales nos quitan lecturas. Pero ella nació antes de las redes sociales, es decir, que tuvo tiempo de leer, no digo a Cicerón, siempre puñetero (“el mal es el precio del bien” era su explicación del poder tribunicio), sino a Aristóteles, y, sin embargo, este fin de semana la novelista sostenía aquí que “todo es un ‘constructo’, y que la idea de ser blanco o negro está cargada de conceptos como el bien y el mal que proceden… del cristianismo… y no son útiles para nosotros”. ¿Debió callarse?
Por un lado está el adagio canónico medieval que impregna nuestra cultura jurídica y según el cual quien calla otorga… si, y sólo si, podía y debía hablar, que no debe de ser el caso. Y por el otro está aquella observación gaditana del Séneca de que una de las cosas racionadas por Dios es la tontería.
Todos tenemos un cupo bastante igual de tonterías para el curso de nuestra vida. Cada vez que nos callamos, nuestro amor propio nos hace creer que defraudamos a la Sabiduría. Pero no haga usted caso. Cada vez que nos callamos es la tontería lo único a que hemos estafado.
Es el caso de Almodóvar, que pasó por la corrala de los Goya para negar con su silencio la existencia (¡el “Dasein” heideggeriano!) a Vox. ¡El silencio elocuente de las actrices francesas!
–Nos une a todos el silencio del callar –dijo, en situación tremenda, el mayor jurista alemán.
No le suponíamos al cinero manchego semejantes lecturas, pero, por lo visto, las tiene. ¡Un cormorán de biblioteca! También tiene años, claro: 26 a la muerte de Franco, contra quien no profirió ni un suspiro en vida. Su silencio, diría allá por 2010, le parecía “la mayor de las protestas” contra el dictador.
Mi venganza era no recordar su existencia.
Como las Sirenas, Almodóvar posee un arma más terrible aún que su canto, y es su silencio. ¡El hombre que con su silencio privó a Franco de su “Dasein”!