Martín Lutero
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Lo tenemos: B. C. Benito Cereno. El resistente Pedro Sánchez es el Benito Cereno de Herman Melville, que sería Irene Lozano.
Venimos de las 21 condiciones de Torra Pla y nos vamos a las 95 tesis de Martín Lutero.
–¡Dios hubiese querido que ese gran emperador Carlos V, que tantos otros golpes de Estado había llevado a la práctica, no se quedara tan corto en el que se debía haber realizado contra la persona de Lutero en el momento de comparecer en la dieta de Augsburgo!
Eso dice graciosamente Gabriel Naudé en sus “Consideraciones políticas sobre los golpes de Estado”, para dejar sentado que “a Lutero se le debía haber ganado con alguna suculenta prebenda o beneficio, como se ha hecho después con los más autorizados y doctos ministros”.
¿Quién es más listo, Pedro Sánchez, que se sirve de las condiciones de Torra Pla para dividir España y mandar él en el trozo que le toque, o Carlos V, que se sirvió de las tesis de Lutero para dividir Alemania e imponer su monarquía universal?
Iván Redondo, que es el Lex Luthor del sanchismo (lo que no sabemos es en qué lluvia de meteoritos se quedó calvo), vive de decirle a Pedro Sánchez que es más grande que el césar Carlos, aunque de momento el truhán de La Moncloa deba conformarse con jugar a Benito Cereno, capitán de un galeón español de esclavos negros en América. Un día los esclavos, liderados por Babo, se amotinan y ponen ruta a África. Se cruzan con un barco americano al mando del capitán Delano, que aborda al galeón. Babo ordena a Cereno simular que sigue al mando. Cereno obedece, pero en su actuación mezcla frases enigmáticas y gestos extraños, que entienden todos los presentes menos Delano (en cuya ceguera perceptiva sitúa Melville la clave del relato), con lo que al capitán español no le queda otro modo de liberación que arrojarse al agua. El cuento tiene su intríngulis, y para explicarlo al Relator sanchista están Irene Lozano, jefa de “Marca España”, y Borja Cobeaga, guionista de “Centauros del desierto”.