La palingenesia de Azorín
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
No me gusta lo que veo, y lo que veo es que se nos viene encima otro 98.
–No podía el grupo permanecer inerte ante la dolorosa realidad española –dice Azorín–. La idea de la palingenesia de España estaba en el aire.
Para el 98 la palingenesia no tenía que ver con el “tea party” de Sarah Palin (Sarah de Nuevo), sino con otro volver a empezar, que, bien mirado, es la esencia de España, donde se nos pasa la vida arrancando la moto.
¿A qué llamamos 98?
El 98 eran “los tres”: Maeztu, Baroja y Azorín. Así firmaban artículos. “Los tres” constituían el núcleo del grupo literario, y un día de la primavera del 97, ante una situación como la de hoy, con Cuba en el aire, decidieron iniciar “una acción social”.
No al optimismo, pues es causa de molicie, y sí al pesimismo, pues es fuente de energía.
–La juventud intelectual tiene el deber de dedicar sus energías, haciendo abstracción de todo… –decían en su manifiesto por la acción social.
Entonces Unamuno, siempre tan chinche, les corrigió: haciendo “abstracción de toda diferencia”, no “abstracción de todo”, lo cual no es posible, “porque en ese todo entra la acción misma que han de emprender”.
–No espero casi nada de la japonización de España –explicaba en una carta dirigida a “los tres”–. Lo que el pueblo español necesita…
Y pasaba a exponer lo que a su juicio unamunesco necesitaba el pueblo español, que en resumidas cuentas era “confianza en sí mismo”.
A mí, para la cosa de “la acción social”, me parecen más interesantes Barreiros, Areces y Pepín Fernández que Unamuno, Baroja y Azorín, verdaderos hombres de café, hechos para “la acción cafetal”, y no hablo del aromático moca o el delicioso caracolillo, sino de una forma de ser español, español que va al café, y esto es todo.
–Yo soy uno de estos hombres de café –confiesa Camba, socarrón–, y, como digo, cuando se proclamó la República, mis amigos me dejaron solo.
¿Es que vamos a vaciar los cafés otra vez?