A caballo de la actualidad
(Colección Look de Té)
Jorge Bustos
Al ciudadano Toledo no le gusta el Rey y ha venido a desearle que reviente lo antes posible y con él la “monarquía fascista” que encabeza. Quien más cerca estuvo de anticipar sus deseos fue la Eta, donde el ciudadano Toledo ya está demasiado mayor para militar, conformándose con desempeñarse de meritorio –algo como chico de los recados de Capone– en las manifas tabarreras que juntan a las familias Adams de la mafia norteña. Toledo quiso ser actor, y al constatar honestamente que apenas llenaba el pantalón de monologuista decidió entregarse al activismo revolucionario y siempre que puede se encierra en un balcón en protesta contra el IVA o se baja al moro a soportar solidarias ráfagas de arena saharaui que te azotan el rostro y bajan caracoleando incómodamente hasta el ojete. El ciudadano Toledo no está en la cárcel porque el Estado no tiene por qué financiar la manutención de todos los que fracasan en su oficio, pero sobre todo porque habría que indultarle en atención humanitaria al resto de reclusos.
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