Cuando a Mariano le gustaba el ciclismo
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Poner un circo y que te crezcan los enanos.
Ésa es la mala suerte que ha tenido Rajoy con el ciclismo.
Rajoy quiso quitarnos del fútbol, que es un mundo de rastacueros, y que nos volcáramos con el ciclismo, que era su metáfora para enseñarnos a escalar el Tourmalet de España, que, a vista de pájaro ya los seis millones de parados, pide a gritos hormonas para el crecimiento.
–Sin crecimiento, no hay empleo.
La hormona del crecimiento llevó a Armstrong a ganar siete Tours de Francia, y al confesarlo, un castizo tuiteó: “El daño que el ciclismo ha hecho a las drogas”. Pero entonces saltó lo de los sobres de Bárcenas, que al final han tenido el mismo efecto psicológico que las hormonas de Armstrong, pues dan pie para tuitear castizamente: “El daño que la política ha hecho a la corrupción”.
Al final, lo que queda es que sin hormonas no hay ciclismo y sin corrupción no hay política.
–El tiburón se baña, pero salpica –arengaba a sus seguidores un político cubano del precastrismo.
Y todos recordamos a Groucho deseándonos que la ópera acariciara nuestros oídos como los cheques de la señora Claypool acariciaban sus bolsillos.
La señora Claypool de esta ópera demencial es ahora Bárcenas, pero todos sabemos que en España los Bárcenas pasan y las instituciones quedan.
La institución del sobre, que es europea, es lo que hace que la democracia nos sea presentada, no como lo que es, un simple régimen de poder, sino como una religión que autoriza el cepillo para el culto, que luego es el cura (entre laicos, el concejal), que sabe latín.
El hombre es corrupto por naturaleza, pero esto sólo lo tuvieron claro los padres fundadores de América, donde todo el mundo da por hecho que si la clase dirigente falla es porque el pueblo no da más de sí.
En Europa, con el sobre en el bolsillo, preferimos adular servilmente a la masa (¡con las manos en la masa!), que es el pueblo.
–¿Y los enanos?
–Estirando.