jueves, 31 de enero de 2013

Mulas

Pantoja, Antoñete y Caprichosa, las mulas de Las Ventas

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    ¿Mulas? Yo sólo sabía de una jota navarra que es un “simpa” (“Compré una mula en Olite / y se me murió en Tafalla. / La mula yo no la pago / hasta que no resucite”) y los nombres de las tres mulillas de Las Ventas, que son “Pantoja”, “Antoñete” y “Caprichosa”, y que no sé si habrán sobrevivido a la caída del sombrajo.

    Entonces salió lo de la Fundación de Caldera, con ese tal señor Mulas que resultó ser Amy Martin que resultó ser Irene Zoe, cuyos artículos gustan a Carlos Herrera, mas no a Caldera, Pultofagónides (con foto en el comedor de “La Bola”) del socialismo veterotestamentario.
    
A mí el caso me parece una versión para pobres de la comedia “¿Quién soy yo?”, de Juan Ignacio Luca de Tena, sobre la “personalidad desdoblada” de Colomer, hombre público y antipático, y Brandel, de intimidad modesta y simpática, interpretados por el mismo actor, que en el “Estudio 1” de TVE era Arturo Fernández.
    
En 1935 el público creyó que la cosa iba por Azaña.
    
Brandel estrena una farsa –tituló Ruano su crítica en ABC, queriendo significar cómo el Colomer que Luca de Tena era, abrumado por la responsabilidad, había sabido convertirse en Brandel para escribir una comedia de humor.

    Ahora se dice que Mulas, profesor en la Complutense, subía la nota a los alumnos que asistían a las conferencias de Bibiana Aído, aquella dama de acrisoladas virtudes que siendo ministra iba a Rodiezmo a levantar el puñito y que un día se subió a un palé y dijo:

    –Para mí abortar es como ponerse tetas.
    
¿Qué me van a contar de la Complutense, si me he licenciado en ella?
    
En la Complutense hay hasta profesores que, como cosa graciosa, amenazan con suspender a los alumnos que lean el ABC.

    Es que no hablamos del IIT Bombay.

    Hablamos de la Complutense.

    ¿Por qué un audio de Bibiana Aído da más nota que otro de Ludolfo Paramio? Por lo mismo que para el marianismo un emprendedor vive hasta los 30 años, y una emprendedora, hasta los 35.